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Llevándose bien con los demás

Del número de marzo de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Has conocido alguna vez a alguien que cree que para actuar con madurez se le debe dejar hacer lo que quiera, y luego si le salen mal las cosas, lo toma simplemente como una experiencia más? Cuando llegué a la edad de ingresar en la universidad creía que no necesitaba seguir los consejos de mis padres. Como era Científica Cristiana sabía que mi Padre-Madre Dios siempre me guiaría. Por eso pensé que los consejos de mis padres estaban en cierta manera de más. Después de todo, ellos también habían cometido errores.

Vivía en casa e iba a la universidad. Quería disfrutar de las conveniencias de mi hogar y al mismo tiempo de los privilegios de estar fuera en la universidad con pocos consejos paternales. Mis compañeros me entusiasmaban para que me mudara a mi propio departamento para que así tuviera más libertad, aprendiera a ser más independiente y madurara más rápido. Por un tiempo estuve convencida de que ésta era la solución. De cualquier manera no era muy feliz en mi casa porque sentía bastante justificación propia y creía que mis padres eran inflexibles, preguntones y mandones.

Hablé sobre esto con uno de mis profesores. Era un hombre cuya opinión respetaba y a quien admiraba como persona. Después de oír lo que decía, contestó: — Ahora escúchame, no dejes tu casa hasta que no hayas solucionado tu problema con tus padres. Llévate bien con ellos primero.

Eso me sorprendió viniendo de él; y le contesté: — Pero usted dejó su casa e hizo lo que quiso hacer cuando fue a la universidad. Es mucho más fácil llevarse bien de esa manera porque cuando uno va a la casa sus padres se sienten felices y entonces son agradables con uno.

A lo que él respondió: — Sí, pero deberías aprender a llevarte bien con ellos antes de irte.

A juzgar por el tono de su voz me pareció que él lo hubiera deseado así en su propio caso. Su consejo me dio algo en que pensar. De manera que me fui a casa y trabajé sobre ello — de acuerdo con la Ciencia Cristiana. Con una mente abierta, estudié la Biblia, Ciencia y Salud y otros escritos de la Sra. Eddy, y toda la literatura de Ciencia Cristiana que encontraba. No sabía qué estudiar exactamente pero comencé a observar a las personas que admiraba, tanto las que se mencionaban en la Biblia como aquellas que conocía personalmente. Traté de descubrir qué cualidades tenían que yo también podía adquirir. Descubrí que el ser independiente y tener madurez no significaba simplemente hacer lo que me gustara, sino hacer lo que Dios ya tenía preparado para mí. El criterio para decidir si debía hacerlo a mi manera o a la manera de alguna otra persona, era elegir aquella manera que estuviese de acuerdo con la ley de Dios, de acuerdo con las leyes que nos dieron Moisés y Cristo Jesús.

Por ejemplo, mi manera y la manera de mis padres puede que sean distintas pero ambas pueden ser buenas para hacer la misma cosa. Si al elegir mi manera rompo el mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre”, Éx. 20:12; entonces, debo orar a Dios para que me revele la solución. Su manera mantendrá el respeto hacia mis padres pero al mismo tiempo me permitirá madurar y no ser solamente como un sello de goma.

Cuando Cristo Jesús era niño y estaba de visita en el templo, preguntó a su madre y a José: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Lucas 2:49; Pero la historia continúa diciendo que Jesús regresó con ellos a Nazaret, “y estaba sujeto a ellos”. v. 51; Jesús estudió con José y se convirtió en un buen carpintero antes de dedicarse a su gran misión. Jesús quería a María y la cuidaba como un buen hijo. Aun estando en la cruz honró a su madre pidiéndole a uno de sus discípulos, Juan, que la cuidara como a su propia madre.

Mi punto de vista cambió completamente como resultado de este estudio. La situación en mi hogar mejoró considerablemente hasta que poco a poco mis padres y yo ganamos un mutuo respeto. Podía discutir mis pensamientos sobre distintos temas con ellos, y ellos aceptaban mis opiniones. Aprendí a no autojustificarme. He podido madurar mientras vivo en mi hogar. No fue necesario que me separara de padres dinámicos con caracteres fuertes para poder desarrollar mi propia individualidad. Esta experiencia me ayudó a trabajar en una oficina donde tenía dos jefes y a llevarme bien con ambos.

Continúo estudiando la Biblia, Ciencia y Salud y otros escritos diariamente. En mi trato con los demás continuamente recuerdo lo que dice la Sra. Eddy en su artículo “Injustice” en Miscellaneous Writings (Injusticia- Escritos Misceláneos): “Sin embargo, a pesar de nuestras buenas intenciones, de alguna manera o en algún momento en nuestros esfuerzos por ayudar a alguien, como regla general, seremos culpados por todo lo que no es correcto: pero esto no debe impedirnos el cumplimiento de nuestro deber, no importa qué ocurra y a qué costo”.Mis., pág. 236. Siguiendo este consejo, vigilo mis pensamientos para estar segura de que no juzgo mal los motivos de los demás sino que mido todas las intenciones y expresiones en la escala del amor y la comprensión.

Por medio de mi continuo estudio he aprendido que sólo obedeciendo todos los Mandamientos (no sólo aquellos que nos gustan), incluyendo honrar a nuestros padres, podemos recibir las bendiciones de las Bienaventuranzas y ganar el reino de los cielos en la tierra.

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