Cuando solicité mi afiliación a una Sociedad de la Ciencia Cristiana, en la entrevista me preguntaron: “¿Qué es Dios para usted?” “¡Mi felicidad!”, contesté espontáneamente. ¿Por qué di esta respuesta? ¿Por qué no dije “Dios es Amor”?
En respuesta a la pregunta “¿Qué es Dios?”, la Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad y Amor, infinitos, incorpóreos, divinos y supremos”.Ciencia y Salud, pág. 465; De estos términos sinónimos para Dios, “Amor” fue el que más significaba para mí. Las palabras “Dios es Amor” hicieron tal impacto en mí cuando comencé a estudiar Ciencia Cristiana, que me impulsaron a estudiar con inmenso interés. Paso a paso había ido comprendiendo que Dios, el Alma, el Amor divino, es la fuente de toda felicidad verdadera.
Cuando aceptamos la gran verdad de que Dios es Amor y vivimos plenamente con este entendimiento, rechazamos naturalmente los argumentos del error que tratarían de convencernos de que tenemos razón para sentir tristeza, ansiedad, preocupación o decepción. Este rechazo no viene de la voluntad humana sino de la comprensión de que sólo el bien — la felicidad, la armonía y el gozo — procede de Dios.
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