Me siento en el deber de expresar públicamente mi agradecimiento a Dios por una maravillosa prueba del poder sanador de la Ciencia Cristiana.
Recientemente rodé escaleras abajo en mi casa, me lesioné una rodilla y la condición se hizo muy dolorosa. Pensé de inmediato en la verdad de que Dios estaba conmigo y que Él era mi Vida y mi salud, y que en el reino de Dios donde realmente “vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28), no hay accidentes. Pensé también en la verdad de que, como idea espiritual, yo no pude haberme caído o lesionado. Por varios minutos estuve en el suelo orando de esta manera.
Esa tarde seguí andando por mi casa, pero cuando llegó la noche el error me tentó a creer que no podía dar un paso ni caminar.
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