El dolor y la pena enturbian mi faz,
esperanzas fallidas en mi humano andar,
y en esa congoja, de pronto percibo
el tierno refugio que me das Tú, Dios.
Entonces me vuelvo... encuentro la luz
y sigo el camino que me lleva a Ti;
quimeras y sueños yo dejo al pasar
pues voy renaciendo en mi despertar.
Siento Tu presencia; me envuelve Tu amor
y ya nada ansío sino conocerte más,
estar contigo en dulce oración,
cerrada la puerta al humano error,
y me siento libre, me siento feliz;
en sagrada unión, Señor, he llegado a Ti.
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