En Salmos leemos (9:1, 2): “Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo”. Al igual que el Salmista, yo también quisiera expresar mi gratitud con el corazón lleno de gozo por el poder sanador del Cristo, la Verdad, como nos lo ha sido revelado en la Ciencia Cristiana.
En 1969 nuestro hijo tuvo un trastorno mental. Se vio precisado a abandonar su carrera y se sentía muy temeroso. Finalmente tuvimos que recluirlo en una institución para enfermos mentales. Allí empeoró cada vez más. Entonces nuestro yerno, no pudiendo ver más al muchacho consumirse en el hospital, nos pidió que probáramos la Ciencia Cristiana. Así que mi esposo y mi yerno consultaron a un practicista de la Ciencia Cristiana en la ciudad donde nuestro hijo estaba recluido, y junto con el practicista fueron a visitarlo al hospital.
El practicista habló con el muchacho y trató de impartirle algo del amor y de la bondad de nuestro Padre-Madre Dios. El paciente fue receptivo al mensaje liberador del Cristo. Pareció estar más lúcido y contento y quiso volver a casa. Después de la segunda visita lo trajeron a casa. Su padre y su cuñado tuvieron que hacerse responsables por él. En casa se presentaron aún algunos problemas difíciles, y varias veces tuvimos la oportunidad de comprobar las siguientes palabras del libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (pág. 495): “Cuando la ilusión de la enfermedad o del pecado os tiente, aferraos firmemente a Dios y Su idea. No permitáis que nada sino Su semejanza more en vuestro pensamiento”.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!