Este pensamiento se me presentó con súbita claridad en una época en que estaba enfrentando un problema físico. En la Ciencia Cristiana a menudo oímos acerca de curaciones instantáneas. Este pensamiento de que una idea no puede enfermarse fue instantáneo, y así fueron los resultados. Inmediatamente me sentí bien.
Quizás alguien que no esté familiarizado con la Ciencia Cristiana podría decir: “Pero a mí no me concierne. Soy un hombre, no una idea; soy carne y sangre y huesos, propenso a la calvicie, al hambre, a la mala visión, y demás”. Pero la Ciencia Cristiana, que está de acuerdo con la Biblia, dice lo contrario: El hombre es la imagen de Dios, la Mente divina. El hombre es espiritual. Es idea. No está compuesto de materia. Creado a la semejanza de Dios, cumple con la voluntad de Dios. Nada que sea desemejante a la imagen de Dios es, o puede ser, el hombre de Dios. Además, la carne y la sangre y los huesos que constituyen el hombre mortal y material no son la semejanza de Dios sino sólo falsos conceptos, errores de la mente mortal, o creencias de vida en la materia, que no tienen lugar en la verdad del ser.
La autoridad bíblica para estas declaraciones — la verdad que todos pueden probar en cierto grado — está presentada al principio del libro de Génesis, y es uno de los puntos cardinales para entender que el hombre es una idea espiritual: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Gén. 1:27; En Ciencia y Salud, refiriéndose a la idea de la Mente, la Sra. Eddy cita parte de la definición que da el diccionario Webster de la palabra “idea”: “Una imagen en la Mente”.Ciencia y Salud, pág. 115; Y adaptando la definición de la Biblia de que Dios es Amor, dice en otra parte del mismo libro: “El hombre es idea, la imagen del Amor; no es corpóreo”.ibid., pág. 475.
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