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¿Vivir sin amigos?

Del número de julio de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“Si fueses medianamente inteligente, nunca serías Científica Cristiana”, dijo Heriberto a Nélida. Nélida, que era Científica Cristiana de nacimiento y formaba parte de una familia de Científicos Cristianos, se quedó atónita y no se le ocurrió nada que pudiera decir en defensa propia. Había comenzado el año con tantos amigos que había sido elegida abanderada de su clase de noveno año. Sin embargo, su popularidad había quedado en la nada a consecuencia de los ataques de Heriberto contra su religión.

El día más deprimente de su vida fue a mediados de año cuando un compañero de clase fue designado para solicitarle la renuncia como abanderada de su clase. No era que ella hubiera hecho algo malo, sino simplemente alegaban que un muchacho debía ocupar tal cargo. Pero ella sabía lo que pensaban. En ese momento hasta su mejor amigo también la abandonó.

Un frío día invernal, Nélida se dio cuenta de que debía arreglar su vida. Al mirar a través de la ventana, el día parecía semejarse a su estado de ánimo. Dos citas vinieron a su pensamiento. Una era de la Biblia y dice así: “Bienaventurado sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo”. Mateo 5:11; Esto la deprimió, porque no podía ver ninguna bendición en ello.

La otra cita era parte de una declaración de la Sra. Eddy, y parecía aún más difícil de sobrellevar. “¿Significaría una existencia sin amigos personales un vacío para vosotros? Entonces el tiempo vendrá cuando estaréis solitarios, dejados sin simpatía.. .”Ciencia y Salud, pág. 266; Le fue imposible recordar el resto de la misma, y ni siquiera procuró buscarla — en ese momento.

Era evidente que debía tomar una decisión, una determinación que de ningún modo le agradaba. Por un lado estaba la Ciencia Cristiana, que siempre había solucionado todos sus problemas. Por otro, estaban los amigos. ¡Y cuánto deseaba tener aquellos amigos! ¡Cuánto quería que la aceptaran! Si elegía la Ciencia Cristiana, entonces su vida sería solitaria. La persecución también podía continuar. ¿Cómo pudo decir alguna vez Cristo Jesús que era una bienaventuranza? Y hasta añadir: “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. Mateo 5:12. Bueno, en ese caso, ¡sería mejor que empezara a regocijarse!

¿Qué era lo que significaba más para ella? ¿Acaso era la vida que conocía que nada tenía que ver con la existencia material? ¿O un sentido mortal de las personas y las cosas? La Ciencia Cristiana le había enseñado el camino espiritual de la vida, el camino que expresa la Vida que es Amor, Dios. El Amor, que es la base misma del ser; el Amor, la esencia de la felicidad. No podía existir sin él. Nada — ni siquiera los amigos, ni aun el fin de la persecución — podía significar tanto para ella como el Amor divino. “Seré una Científica Cristiana no obstante lo que alguien pueda decir”, se dijo a sí misma. Había tomado la determinación y se aferró a ella.

¿Cesó la persecución? No cesó. ¿Encontró Nélida amigas en la escuela después de todo? No. Por más de un año continuó en la misma escuela viviendo su religión, amando donde precisamente se la desairaba. Entonces buscó y encontró el resto de la cita de la Sra. Eddy, y esto la ayudó mucho. Las palabras que significaron tanto para ella fueron las siguientes: “pero este aparente vacío ya está lleno de Amor divino. Cuando esa hora de desarrollo llegue, aun en el caso de que os aferréis a un sentido de goces personales, el Amor espiritual os obligará a aceptar lo que mejor fomente vuestro progreso. Amigos traicionarán y enemigos calumniarán, hasta que la lección sea suficiente para elevaros; porque ‘la necesidad del hombre es la oportunidad de Dios’ ”.

Nélida descubrió cómo la Ciencia Cristiana nos ayuda cuando otras personas parecen ser las culpables. Aprendió a percibir que el hombre espiritual es el único hombre verdadero. El hombre siempre ama; continuamente expresa la naturaleza del Amor — la gentileza, la generosidad. Se dio cuenta de que éstas eran las cualidades que ella debía expresar. Más aún, debía tener presente que estas cualidades eran inherentes a los demás, viendo su naturaleza verdadera, semejante al Cristo, a través de la faz mortal. Pronto, una cualidad de generosidad en un compañero y de bondad en otro, llamaron su atención. Esto debía ser el Cristo revelándose. Nélida percibió que sus compañeros le expresaron respeto, aunque de mala gana, cuando alabó a Heriberto por su inteligencia, y más aún porque ella se aferró a lo que creía.

Un profundo cambio se operó en ella misma. Notó que le fue más fácil aplicar la Ciencia Cristiana a todos sus problemas. Cuando su familia estableció un campamento para jóvenes Científicos Cristianos, y jóvenes de otras religiones, Nélida participó activamente. Amaba el trabajo, a los niños, y sobre todo la oportunidad de enseñar a corazones sedientos el uso práctico de la Ciencia Cristiana. No había ya más tiempo para sentir conmiseración propia. No era sorprendente, pues, que Jesús dijera que la persecución era una bendición. Ahora Nélida no necesitaba de aprobación, ni siquiera de amigos, para sentirse feliz.

Luego, por una razón completamente diferente, fue inesperadamente trasladada de una escuela a otra, y esto fue el comienzo de una cadena de bendiciones. Su nueva comprensión del amor universal se convirtió en la base de su amistad con chicas de otras religiones. Fue elegida como una de las delegadas de su clase, y a ello se agregó la amistad de un amigo. Pero la mayor bendición de todas fue que ella verdaderamente vino a ser una Científica Cristiana. Encontró que su vida estaba en Dios y que provenía de Él. La fortaleza que este período de prueba le dio fue de mucha ayuda para llevar la curación a muchos en los años que siguieron.

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