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Curación verdaderamente científica

Del número de junio de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Identificar, describir y tratar de definir nuestros ideales es un pasatiempo popular. Un empleo, escuela, compañero, lugar de vacaciones u hogar que a unos pueden parecer ideales a otros pueden parecerles algo muy opuesto. Y cuando uno se ve enfrentado por la enfermedad o el malestar puede que se sienta tentado a aceptar cualquier medio que le ofrezca una respuesta fácil, rápido alivio y pronto retorno a sus actividades usuales.

Pero, ¿qué es una curación verdaderamente científica? ¿Cómo la definiremos? Supongamos que alguien diga: “Estaba yo tan enfermo que no se esperaba que viviera, y ahora estoy bien”. Otro dice: “Estaba ciego, y ahora veo”. ¿Son éstas curaciones científicas? No lo sabemos, a menos que sepamos qué acción se llevó a cabo. Es posible que un paciente haya tomado alguna clase de medicamento; el otro puede que se haya sometido a una intervención quirúrgica.

Puesto que el cuerpo es simplemente una objetivación del pensamiento mortal, todo lo que se manifiesta en el cuerpo es el efecto de algo que se abriga en la consciencia humana. Antes de tan siquiera poder dar respuesta a la pregunta de si ocurrió o no la curación, debemos saber qué se operó en la consciencia del individuo.

Si el cambio en la condición física fue ocasionado por algún medio material, entonces, desde el punto de vista del conocimiento espiritualmente científico — la verdad del ser — el cambio en la condición física resultó de la creencia en la materia y de la fe en medios materiales. Puesto que todo es mental en lugar de material, y la causa de toda enfermedad o dolencia es mental — basada en la creencia en la materia, la creencia de que el hombre es mortal, la creencia en una existencia temporaria y material separada de Dios — el recurrir a métodos materiales de curación sólo perpetúa la ilusión de vida en la materia. Considerada desde el punto de vista de la Ciencia divina, la vida en la materia es, en sí misma, una ilusión.

Realmente, toda discordancia material, pese a lo que parezca ser, es un problema en la teología — es asunto de lo que uno acepta como verdadero respecto a Dios y al hombre. ¿Cuál es la dificultad básica? Es la creencia de que el hombre empieza en la materia, materialmente en lugar de espiritualmente; la creencia de que es creado por la materia, que procede de la materia y que depende de sustancias materiales para su salud, en lugar de ser el eterno reflejo del Dios único. Esta falsa teología — la falsa creencia acerca de Dios y de la relación del hombre con Él — es la base de toda práctica material.

¿Cuál es el remedio? La verdadera teología. La teología enseñada por Cristo Jesús, quien demostró que sólo el Espíritu es causa, creador y sustancia — que todo es espiritual y no material. Mientras los errores de la falsa teología no hayan sido corregidos por la verdadera teología, no ha habido curación, no importa cuán grande pueda ser nuestra fe en cualquier otro llamado sistema curativo, y a pesar del beneficio que parezca haberse producido en el cuerpo.

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), ha hecho este punto muy positivo, definido y claro para guiarnos en el camino de la Verdad y de la curación espiritualmente científica. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, nos dice: “A menos que un mal se combata como es debido y se aniquile enteramente por la Verdad, ese mal no se vencerá jamás. Si Dios no destruye el pecado, la enfermedad y la muerte, éstos no serán destruidos en la mente de los mortales, sino que parecerán inmortales a esta titulada mente”.Ciencia y Salud, pág. 231;

¿Cuál es entonces la verdadera curación? ¿No es efectuada enteramente por medios espirituales? Es la curación que se lleva a cabo cuando nos damos cuenta de que nuestra naturaleza y entidad son espirituales y eternas, por siempre unidas con Dios. En este elevado estado espiritual de pensamiento uno ve y acepta, su integridad y perfección espirituales. Ya uno no cree que es un mortal con algo que necesita curación sino que acepta su estado como hijo perfecto de Dios. Como resultado de la curación genuina, el pecado, la enfermedad y la muerte cada vez le van siendo menos reales y progresivamente se va liberando de cualquier malestar físico o invalidez.

Este estado mental de discernimiento y aceptación, y el uso que hace de él, constituye su demostración. El temor y la causa aparente de enfermedad o malestar han sido destruidos. Por lo tanto, el paciente es sanado científica y permanentemente. La creencia errónea ha sido corregida con la verdad de la existencia espiritual — la Vida en Dios, no en la materia. La curación es el efecto — el efecto de pensamiento y acción en acuerdo con la convicción espiritual.

¿Nos parece a veces este logro demasiado elevado, demasiado grande, demasiado difícil de alcanzar? Puede que involucre un desafío — quizás si hasta un desafío atemorizante y prolongado. Pero es el camino científico. “Supongamos que he trabajado durante largo tiempo para una curación”, puede que alguien diga. “He recibido mucha ayuda de experimentados Científicos Cristianos, pero no he sanado. La alternativa parece estar entre morir o recurrir a la medicina”. O tal vez el argumento sea el de un intenso dolor físico que se dice puede ser aliviado por medios materiales. Quizás haya presión de parte de amigos o familiares para que se recurra a métodos materiales para la curación. ¿Qué hacemos en cualesquiera de estos casos?

Nadie puede decirle a otro lo que debe hacer, y debe dejarse en claro que no debe condenarse a nadie por apartarse de una confianza absoluta y radical en la Verdad. El curso que cada cual sigue es el resultado de la comprensión que tiene en esos momentos. Si uno se da cuenta de que ha cometido un error, esa experiencia puede traerle un despertar espiritual necesario. Aún así todavía puede volver a trabajar el problema en la Ciencia. Nada puede cambiar la verdad eterna de que el hombre está siempre en el punto de perfección espiritual.

Pero echemos un vistazo a algunas de las razones mencionadas para recurrir a medios materiales. ¿Qué decir de permanecer con la Ciencia Cristiana aun si nos parece que por ello tal vez muramos? El asunto que uno debe encarar ¿no es más bien la relación que uno tiene con Dios que la que tiene con la Ciencia Cristiana?

En Deuteronomio leemos: “Yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado... Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra”. El pasaje concluye: “Escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días”. Deut. 30:16–20;

“Escoge, pues, la vida”. Cuando decidimos permanecer con lo que comprendemos de Ciencia Cristiana, de la ley espiritual, aun cuando es posible que dudemos de que nuestra comprensión es suficiente para resolver el problema, estamos escogiendo la Vida, Dios. Y, de acuerdo con la Biblia, Dios promete vida a aquellos que guardan Sus leyes y estatutos.

¿Qué prometen los medios materiales? En el mejor de los casos sólo alivio temporario y fugaz comodidad en la materia. “Nosotros te apuntalaremos lo mejor posible para hacerte durar tanto como podamos”, dicen los remedios materiales. “Pero, por supuesto, finalmente has de morir, porque todos los mortales eventualmente mueren”. La muerte, finalmente, es todo lo que los medios materiales pueden ofrecer, porque los medios materiales siempre representan el error. Y, por supuesto, el destino final del error es su destrucción por la Verdad.

Solamente Dios, la Verdad, el Espíritu — la Vida misma — ofrece, por medio del Cristo y del Consolador — la Ciencia divina — la promesa de vida eterna. Solamente esta Ciencia, de todos los métodos sanadores que jamás se hayan ofrecido a una doliente humanidad, dice: “No, no vas a morir, no puedes morir, porque no hay tal cosa como muerte. Tu destino final es la vida eterna, lo sepas o no, lo quieras o no. ¡‘Escoge, pues, la vida’! ”

Por cierto que todos deseamos y esperamos curaciones rápidas en la Ciencia Cristiana. ¿Pero qué hacemos cuando la curación parece demorarse? Hay quienes han trabajado durante meses — hasta años — sin resolver una dificultad. Pero si tal individuo está creciendo en comprensión espiritual, atesora el sentido espiritual del ser que está ganando, y esto contrarresta la evidencia del sentido material de discordancia y sufrimiento. Conserva su alegría debido a la evidencia espiritual del ser.

Hace años enfrenté dos veces una situación en la cual el veredicto médico fue de que algo tenía que ser normalizado en mi cuerpo o extraído de él — que no viviría sin una intervención quirúrgica. En ninguno de los dos casos la curación fue rápida: una demoró diez años, la otra tres o cuatro. Hubo momentos en que les pareció dudoso a amigos y parientes de que yo viviera; tuve que resistir la presión de mis familiares que deseaban que recurriera a medios materiales.

Pero yo había perdido mi fe en la materia para ayudarme, así que no tenía nada más en que confiar sino en Dios. Jamás sentí que debía usar la persuasión ajena como una excusa para apartarme del camino de la Verdad y el Amor. Estaba convencida de que nadie podía forzarme a hacer algo que no hubiera yo abrigado primero en mi consciencia, y me fortalecí espiritualmente al tener que vencer el temor y la creencia en el sufrimiento. Sabía que no podría haber curación excepto mediante la comprensión de la verdad del ser espiritual. Si esto no traía la curación, aun entonces — pasare lo que pasare — tendría que mantener mi completa confianza en mi sentido espiritual de unidad con Dios. No iba yo a obstaculizar mi progreso espiritual y mi final curación espiritual por apartarme de una confianza radical en la Ciencia Cristiana.

De más está decir que sané completa y permanentemente. Cualquier clase de problema señala la necesidad de mayor espiritualidad. La Ciencia Cristiana me enseñó cómo satisfacer esa necesidad, y esa experiencia me llevó a la preparación que necesitaba para posteriormente dedicarme a ayudar a otros en la Ciencia Cristiana.

Algunos Científicos Cristianos de larga experiencia tienen problemas que no han vencido antes de morir. ¿Quiere decir esto que han fracasado — o que la Ciencia Cristiana ha fracasado? No, por cierto que no. En tanto que permanezcan fieles a la Ciencia, su progreso continuará sin interrupción.

¿Parece esta inflexible confianza en Dios demasiado radical, demasiado intransigente o carente de compasión? ¿Qué dijo Cristo Jesús? ¿Qué dijo la Sra. Eddy? Ninguno de ellos proveyó medios para transar o fluctuar. Refiriéndose a sí mismo como “la puerta”, Cristo Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador”. Y continúa su analogía para explicar las buenas cosas prometidas a aquellos que entran por “la puerta”, y los problemas que encontrarán aquellos que tratan de entrar en “el redil” por otros medios. Ver Juan 10:1–16;

La Sra. Eddy, en sus declaraciones sobre los medios y métodos de curación, especifica la necesidad de una confianza radical en el poder divino. Por ejemplo: “La Ciencia no sólo revela que el origen de toda enfermedad es mental”, escribe, “sino que declara también que toda enfermedad es curada por la Mente divina. No puede haber curación excepto por esta Mente, por mucho que confiemos en una medicina o en cualquier otro remedio hacia el cual la fe o el esfuerzo humano se dirija. Es la mente mortal, y no la materia, la que trae a los enfermos cualquier bien que al parecer reciban de cosas materiales. Pero los enfermos jamás se curarán realmente sino por medio del poder divino. Sólo la acción de la Verdad, la Vida y el Amor puede traer armonía”.Ciencia y Salud, pág. 169.

Una determinación inflexible inflexible a mantenernos en lo que sabemos que es espiritualmente verdadero, pese a lo que parezcan ser las consecuencias, no es una actitud espartana o de estoica indiferencia al sufrimiento — ya sea el propio o el de algún familiar o ser querido. Tampoco es una sombría resignación al sufrimiento, o una provocante o desafiadora actitud hacia las circunstancias. No es ni siquiera la elección de un método curativo entre muchos posibles. Es, por el contrario, una completa sumisión al único y solo poder — al único — que puede curar, el todo-poder del Amor divino.

Cuando fijamos nuestro curso decisivamente, determinados a ser influidos únicamente por el Amor divino, nos preparamos para recibir la curación perfecta — la curación por medios espirituales solamente. La curación verdadera trae primero crecimiento espiritual, el que es seguido por lo que exteriormente se manifiesta como curación física. Tal curación no sólo trae el anhelado sentido de armonía y libertad sino también una alegría profunda y perdurable, un sentido de paz y bienestar que sobrepasa cualquier cosa que hayamos experimentado antes — un estado en el que estamos conscientes de nuestra verdadera identidad espiritual y unidad con Dios.

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