El vívido relato que aparece en el libro de Rut, en el cual los personajes principales son la propia Rut y su suegra Noemí, está íntimamente relacionado con “los días que gobernaban los jueces” en Israel (Rut 1:1). Aunque Noemí y su marido, Elimelec, eran nativos de Belén en Judá, ellos y sus dos hijos, Mahlón y Quelión, se habían establecido en Moab, al este del Mar Muerto, y los dos jóvenes se habían casado con mujeres moabitas, el primero con Rut y el segundo con Orfa. Con el correr del tiempo Elimelec y sus dos hijos fallecieron, dejando a Noemí y a sus dos nueras. Esta situación establece la escena para este relato idílico de constancia y cooperación afectuosa.
Cuando Noemí decidió regresar al lugar de su nacimiento, Rut y Orfa se ofrecieron a acompañarla; pero mientras que Orfa finalmente desistió de hacerlo, nada pudo cambiar la decisión de Rut y su constancia conmovedora. “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti;” le suplicó, “porque a dondequiera que tú fueres, iré yo y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios... Así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos” (Rut 1:16, 17).
Rut y Noemí fueron juntas a Belén y llegaron al comienzo de la época de la cosecha de la cebada. Se establecieron en los alrededores del campo de Booz, un rico agricultor, que era pariente cercano de Elimelec, el marido de Noemí. Ansiosa por hacer todo lo que estaba a su alcance para contribuir a satisfacer las necesidades de Noemí, Rut se ofreció para ir a recoger espigas en un campo cercano tras los segadores.
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