La región que visitó Jesús durante su carrera como el cristiano por excelencia y Mostrador del camino es geográficamente pequeña. Sin embargo, su pensamiento fue extensivo y expansivo, capacitándolo para decirle a sus seguidores: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda ciratura”. Marcos 16:15;
Hoy en día todos podemos seguir este consejo. ¿Cómo? Una forma de hacerlo es incluyendo a toda la humanidad en nuestras oraciones.
Cuando recibo por correo ejemplares del Heraldo en varios idiomas, siento gran alegría en detenerme y “visitar” cada uno de los países que ellos representan. No lo hago pensando ligeramente en ellos, sino sintiéndome genuinamente interesada en cada país, incluyéndolo en mis oraciones por la humanidad.
En su verdadera identidad, cada ciudadano de cada país forma parte sin igual de la familia universal de Dios. Es él un hijo de Dios, unido es-piritualmente y reflejando al Padre-Madre del universo, la Mente divina. Las distinciones de raza y nacionalidad son clasificaciones humanas que limitan. No tienen relación con el hombre verdadero, la semejanza espiritual de Dios. La Ciencia Cristiana nos muestra cómo superar el distintivo de “extranjero”, cómo dejar el destructivo encasillar y rotular de personas. Entonces se pueden reconocer verdaderamente como “conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”. Efes. 2:19;
Puesto que la Mente, Dios, es el único creador del hombre y el universo, toda la creación debe ser una sola unidad, como la emanación de la Mente creativa que gobierna. Todos somos hermanos — sin excepción. No en el sentido de millones de seres materiales conglomerados en alguna forma, sino como innumerables reflejos de la consciencia divina — infinitas ideas individuales de la Mente — que proceden y emanan de la causa única, el creador único. La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”.Ciencia y Salud, pág. 468;
El reino de los cielos está aquí y ahora, como enseñó Jesús: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado”. Mateo 10:7; Dar testimonio de esta verdad es el glorioso propósito verdadero de cada individuo.
Parte de la definición del río “Eufrates” en el Glosario de Ciencia y Salud dice: “La Ciencia divina, circundando al universo y al hombre”.Ciencia y Salud, pág. 585 ; Podemos afirmar que el reino de Dios está a nuestro alcance y lo gobierna todo. Podemos comprender que la ley de Dios está unificando a todos los hombres en la unidad de la realidad espiritual infinita.
Puesto que la ley de Dios es universal, omnipresente, no necesita, no puede, ser enviada a cualquier parte. La Verdad es infinita, disponible inmediatamente. La ley de Dios está en operación aquí y en todas partes, eternamente. Abarca lo que se llama pasado y futuro. La ley divina, que nunca está ausente, es imparcial, benevolente.
Estas verdades espirituales que afirmamos cuando “viajamos mentalmente” — cuando incluimos a todo el mundo en nuestra consciencia — son una fuerza para bien. Puesto que localizar es limitar, universalizar nuestra consciencia de la realidad espiritual es sanar. Pensar, incluyendo a todo lo que podamos, muestra nuestra comprensión de que la unidad, la totalidad y el bien absoluto de Dios constituyen la realidad.
Cada edición del Heraldo nos recuerda el aspecto universal de la Ciencia Cristiana. Cada una de ellas satisface las necesidades humanas en forma apropiada, al mismo tiempo que mantiene que la verdad absoluta de que Dios es Todo, es la verdad básica de la creación.
En la época en que iba a la Escuela Dominical, solíamos cantar:
Que se conozca en toda tierra
y cruce los océanos.
Pero ahora este himno declara del evangelio de “la Ciencia Cristiana”:
Se conoce en toda tierra,
los oceános cruzó;
los hermanos se han unido
en feliz fraternidad.Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 29.
