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[Original en alemán]

Mi hija tenía nueve años de edad cuando nuestra familia pasó algunos...

Del número de junio de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi hija tenía nueve años de edad cuando nuestra familia pasó algunos días de vacaciones acampando a orillas del lago de Constanza. Debido al mal tiempo, regresamos a casa al poco tiempo. Nuestros dos hijos enfermaron gravemente. Nuestro hijo de ocho años se repuso rápidamente como resultado de nuestra oración en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens). Nuestra hija, sin embargo, empeoró.

Como la niña tuvo que faltar a la escuela a causa de la enfermedad, se nos ordenó que llamáramos a un médico. El médico diagnosticó un grave caso de difteria y le daba a la niña medicina diariamente. Cada día el médico expresaba nuevos temores por la vida de la niña, y nuestro temor también aumentó a tal grado que pareció que no podíamos dominarlo.

Batallábamos con dos corrientes de pensamiento: una — y ésta era también la opinión del médico — que la niña tenía pocas probabilidades de vivir sin el cuidado experto de los médicos; la otra, que deberíamos confiar absolutamente en la Ciencia Cristiana, en la omnipotencia y omnipresencia de Dios. Un domingo, después de un severo ataque en el cual la niña perdió el conocimiento, decidimos ponerla en los brazos del Amor divino, y no recurrir más al médico.

Al día siguiente fui al médico para informarle de mi decisión. Tuve que firmar un papel relevándolo de toda responsabilidad; así lo hice. El temor cedió instantáneamente. Mi esposa y yo estábamos seguros de haber hecho la decisión correcta. Ese mismo día fui a ver al médico del distrito escolar, ya que sentí que estaba también obligado a hacerle saber de mi decisión. Él me dijo que la condición era muy seria, que había pocas esperanzas de que, si la niña sobrevivía, volviera a ser normal. La niña había perdido todo dominio sobre su cuerpo.

Un amigo que estaba dedicado a la práctica de la Ciencia Cristiana, nos ayudó orando por la niña. Prontamente vino un mensaje de alegría — alguien nos habló de un hogar infantil en el que cuidaban niños, y que estaba a cargo de Científicos Cristianos. Inmediatamente telefoneamos al hogar infantil y después de algunos días pudimos llevar a la niña allí. La llevamos en un estado crítico. Nuestros pensamientos parecían estar gobernados por esta mentira. Sin embargo, los dos Científicos Cristianos que estaban a cargo del hogar nos dijeron que debíamos simplemente dejar de lado toda responsabilidad personal por la niña, ya que Dios era su verdadero Padre y Madre. Nos aseguraron que la niña estaba completamente rodeada de la consciencia infinita del Amor y que su vida estaba en Dios.

Desde ese momento acudimos regularmente a la iglesia y estudiábamos diariamente la Lección Bíblica en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Leíamos el Heraldo así como muchos de los escritos de la Sra. Eddy, y cantábamos himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana. De esta manera llenamos nuestro pensamiento con una mejor comprensión de Dios, y creció nuestra fe y confianza en Su poder para sanar. Cinco semanas después la pudimos traer a casa, completamente sana. El médico del distrito escolar dijo que un milagro había ocurrido. Él tenía un ejemplar del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y ya había presenciado otras curaciones por medio de la Ciencia Cristiana.

Mi esposa y yo estamos muy agradecidos por esta y otras muchas pruebas del Amor divino, por ser miembros de La Iglesia Madre, por clase de instrucción y porque podemos ayudar a otras personas. No encuentro palabras para agradecer a nuestro querido Padre por el Cristo sanador manifestado en la vida de Cristo Jesús, y por la Sra. Eddy y su generoso amor por toda la humanidad.


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