Asaltada por la duda al tardar la curación, recordé que un hombre en Betesda un estanque vigilaba. Y a María también, quien llorando, hacia abajo miraba un sepulcro vacío.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!