Carlos era un experto nadador que iba a una piscina todos los días para perfeccionarse con un buen entrenador. Lo hacía desde que tenía diez años de edad y casi nunca faltaba.
Una noche, Carlos despertó con dolor de oídos. El dolor persistió durante varios días y noches. No iba a la escuela y ni siquiera deseaba pensar en la natación.
Pero no desperdiciaba el tiempo. Estaba aprendiendo a escuchar la voz de Dios, a dejar el falso concepto de oído físico y aceptar el verdadero concepto de oídos que la Sra. Eddy nos da en Ciencia y Salud: “No los órganos de los llamados sentidos corporales, sino el entendimiento espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 585;
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