Desde mi niñez siempre sentía un gran temor por la natación, debido a varias experiencias desagradables. Aunque crecí familiarizada con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana nunca traté de vencer este temor — simplemente evitaba nadar.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!