El estado permanente de salud que tanto anhela la mayoría de la gente lo podemos tener ahora, justamente donde estamos. La verdadera salud no depende de las condiciones físicas, la casualidad, la localidad geográfica, el clima o la ley material. Es espiritual, la verdadera consciencia que es la cualidad básica no sólo del creador, la Mente divina, sino asimismo de sus múltiples manifestaciones.
Cada expresión individual de Dios, que es Mente, refleja las cualidades de armonía, inmortalidad y santidad inherentes en la verdadera consciencia, y aparecen en nosotros como salud perfecta. Quienquiera que seamos y dondequiera que estemos, en nuestro verdadero ser todos tenemos salud perfecta, consciencia verdadera. Como ideas de Dios no podemos estar sin ella. Sabiendo esto podemos gozar de salud científica y abundante en nuestra vida actual.
En la medida en que reconocemos este hecho por medio del Cristo, la idea espiritual de Dios, y nos identificamos con esa consciencia verdadera que nos pertenece aquí y ahora, nuestra salud tiene que mejorar a pesar del tiempo que pasa y de otras condiciones físicas.
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