Muy a menudo, los problemas sacuden nuestro progreso. Mas es preferible que desde el comienzo progresemos mediante la comprensión espiritual y no por los aguijones de las preocupaciones. Las verdades espirituales que llegamos a captar perduran durante toda la vida. Si bien es posible que la lucha por salir del pantano de las pruebas nos dé más carácter y nos fortalezca en otro buen sentido, también es posible que hasta cierto punto nos haga creer en la realidad del pantano. Mas el progreso logrado por la comprensión espiritual — por el estar conscientemente a solas con la realidad — por cierto que no nos hace darle realidad.
Estar a solas con la realidad, no es sentirse solo. La búsqueda por estar a solas con la realidad no implica escaparse de las responsabilidades y esconderse en un rincón oscuro. Estando a solas con la realidad de las cosas, sabemos que coexistimos con las ideas permanentes y espirituales de Dios y las incluimos. Nos alejamos de las complejidades confusas de la tal llamada realidad material.
La creación del Espíritu es lo real. La materia, lo opuesto al Espíritu, no es real. Ni lo son el espacio material y el tiempo. Creyendo que la materia, el espacio y el tiempo son realidades, damos vueltas encajonados en nuestros problemas y por eso es que realmente no los resolvemos. Estar a solas con nuestro propio ser y con la realidad de todas las cosas no significa alejarnos de lo concreto y real. Significa conocer y sentir la omnipresencia de la Verdad — es saber y probar que hemos desechado las mentiras y carencias del sentido material.
No podemos ni estar separados de nuestro ser verdadero, visto metafísicamente, ni ser menos que éste. El ser no está en algún lugar al cual debamos ir, sino que es realización. Es la Mente y la consciencia que la Mente tiene de su totalidad y eternidad. Entonces la realización del ser verdadero, no es algo que tengamos que hacer humanamente, sino que es algo que existe divinamente.
Al someternos a la realidad en vez de al engaño — haciendo esto con la mayor espiritualidad que podamos reunir — sabemos con seguridad imperturbable que estamos compuestos de realidad y que existimos conforme a ella. No incluimos un engaño ni vivimos en un sueño. Por consiguiente, podemos dejar de pensar que padecemos de algún desorden interno, de algún tumor o de algo que no funciona, o que nos vemos frente a alguna amenaza externa. Si hemos estado sufriendo de punzadas o aguijonazos provocados por el desaliento o el dolor, estos desaparecen. A solas con nuestro verdadero ser, sabemos que nuestro ser es espiritual, incorpóreo e inmortal, y lo manifestamos.
La naturaleza de la Vida divina es desarrollarse y expresarse. Es la propia naturaleza de esa expresión incluir la pureza e inmortalidad de la Vida. Es la naturaleza de esa expresión estar unida a su fuente. Esa expresión es el hombre de Dios. Es el único hombre que puede existir. No podemos poseer otro ser que aquel que expresa a la Vida. Este ser jamás puede desunirse de la realidad de las cosas. Es la realidad, expresada individualmente.
Al comprender esto mediante la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), cada uno de nosotros puede cruzar la línea que separa el engaño de la Verdad. Y habiendo hecho esto, sabemos que no hay engaño en la Vida y que la Vida no tiene límites. Cuando creemos que estamos enfermos somos engañados y somos un engaño. Al comprender la realidad en la Ciencia y estar conscientemente a solas con ella, el engaño se derrite y evapora. Este suceso se manifiesta en nuestra vida en curación y renovación.
Estar a solas con la realidad nos ayuda a interesarnos más por los demás y a ayudarlos mejor. Nos interesamos más por los demás al reconocer que los temores y las limitaciones que parecen tener, se perpetuarían pretendiendo ser nuestras realidades. Además, el ser verdadero pertenece tan justa e inevitablemente a los demás como a nosotros.
El estar a solas con nuestro propio ser, despliega y ensancha nuestra vida. Es la defensa perfecta que nos protege de la reclusión al mundo de casitas de juguete del sentido material con sus mueblecitos y acontecimientos minúsculos. Cuando estamos conscientemente a solas con la realidad, nuestra vida se amplía debido a que nos identificamos con el infinito divino. El identificarnos así cambia nuestro pensamiento y actitud, ampliándolos. Nuestros intereses y nuestra comprensión se explayan de lo doméstico a lo local, a lo nacional y a lo internacional, y va más y más allá — hacia lo universal.
A solas con la realidad de todo, estamos unidos a lo eterno. Nos safamos de las garras del tiempo, nos escapamos de la constricción de un pasado o futuro. Nos mantenemos al tanto de los acontecimientos y manera de pensar actuales. Tanto en los asuntos de la iglesia como del mundo académico y de los negocios, no desperdiciamos el tiempo ni las energías empujando carritos ambulantes que sólo atraen a muy pocos compradores. Con el pensamiento puesto en la eternidad, pensamos y hacemos lo que no se restringe a cierta época y lo que es fructífero. Apreciamos y disfrutamos las buenas cosas del mundo contemporáneo. Nos deleitamos en probar la vigorizante verdad con que comienza el Prefacio de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor el día de hoy está lleno de bendiciones”.Ciencia y Salud, pág. vii;
El ser verdadero nos pertenece porque pertenecemos a él y no al ser falso y material. Si hubo alguien que estaba completamente convencido de esto, fue Cristo Jesús. La esencia de su vida y de su obra sanadora verifica esto. Juan menciona las dulces palabras que el Maestro dijo a sus discípulos: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino”. Juan 14:3, 4; Por medio de lo que la Ciencia enseña sobre la realidad podemos comenzar a sentir lo que esto significa y podemos conocer y seguir el camino que nos lleva a nuestro lugar en el ser espiritual. “El Científico Cristiano”, escribe la Sra. Eddy, “está solo con su propio ser y con la realidad de las cosas”.Message to The Mother Church for 1901, pág. 20.
