La Ciencia Cristiana ha bendecido mi vida durante más de sesenta años. Deseo expresar mi gratitud por esta maravillosa y demostrable religión establecida por la Sra. Eddy, religión que encuentra su autoridad en la Biblia y en las enseñanzas de Cristo Jesús.
La notable curación que experimenté recientemente me impulsa a escribir este testimonio en la esperanza de que ayudará a otros, en caso de que su curación pueda parecerles lenta en manifestarse. A medida que uno se aferra a la verdad tal como es enseñada en la Ciencia Cristiana, la curación se efectúa, pues el Amor divino nunca falla.
Por cinco años tuve un quiste muy desagradable en la nariz. Durante este tiempo recibí tratamiento de varios practicistas de la Ciencia Cristiana. Un día escuché a un maestro de Ciencia Cristiana relatar a un grupo de Científicos Cristianos la historia de un niño que también era Científico Cristiano. Su perro fue atropellado por un automóvil. Mientras el niño se arrodillaba al lado del animal herido, le dijo a un hombre que estaba cerca: “Por favor, señor, no vea lo que está mirando”. Esto me ayudó muchísimo cuando la desfiguración parecía tan real. Me negué a creer en la evidencia de los sentidos materiales.
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