Nuestras gallinas ponedoras producían fielmente una canasta de huevos todos los días. Al parecer, las gallinas vieron un pasto más verde del otro lado de la cerca. Con regularidad cedían a la tentación de “saltar la cerca”. Sin embargo, las gallinas estaban mejor cuidadas y más seguras dentro de la cerca. Nosotros veíamos en la cerca una protección; ellas veían una limitación. De vez en cuando les cortábamos las alas para evitar que sobrevolaran la cerca.
A las personas tampoco les gusta estar encerradas dentro de una “cerca”, por así decirlo, de limitaciones. La vida moderna nos ha liberado de muchas restricciones innecesarias. La superación de las limitaciones del tiempo y el espacio durante el pasado siglo, ha dado a muchos la posibilidad de viajar virtualmente sin restricciones sobre la faz del planeta. Magnífico. Sin embargo, la Ciencia Cristiana pone de manifiesto que existen algunos peligros en el deseo irreflexivo y el impulso persistente de estar siempre en movimiento.
Al igual que las gallinas, estamos mejor cuidados cuando vivimos dentro de cierta protección. Nuestra protección es la serena quietud de la Mente. Indudablemente no es restrictivo estar sostenido por los brazos de la realidad infinita; por el contrario, es tranquilizador y consolador.
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