No hay por qué afligirse ni desesperar, Cuando un ser amado a nuestra vista no está más. Silla vacía no hay en nuestro verdadero hogar, Ni obscuridad en el universo de luz que es de Dios.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!