En toda la tierra y el cielo de Dios nada hay que le sea personal a nadie. Todo es de Él — todo lo que realmente es. La belleza es de Él; también lo son la inocencia, la creatividad, la felicidad, el amor. Todo el bien que existe se deriva de Dios y pertenece a Dios. No le pertenece a una persona sino que es reflejado por todo individuo.
El cristianismo científico nos lleva del sentido personal de la vida y la adoración al reconocimiento del ser espiritual individual. La Vida es Dios, y la verdadera adoración es curación — un viaje asombrosamente bello, que desborda paz, libertad y claridad.
La Sra. Eddy claramente dice: “Esta gran verdad de la impersonalidad e individualidad de Dios y del hombre a Su imagen y semejanza, individual, pero no personal, es la base de la Ciencia Cristiana”. Y agrega: “Jamás existió una religión o una filosofía que se perdiera para los siglos excepto por el hundimiento de su Principio divino en la personalidad. ¡Que todos los Científicos Cristianos reflexionen sobre este hecho, y den libre acción a sus talentos y a sus amantes corazones sólo en la dirección correcta!” The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 117;
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!