Muchas personas y familias se ven en la necesidad de establecer nuevos hogares en localidades que les son desconocidas, algunas veces en otros países. Visto desde el punto de vista de la Ciencia Cristiana, estos cambios le brindan a uno la oportunidad de establecer una firme comprensión de la totalidad de Dios y de la indestructible relación del hombre con Él como Su hijo. El argumento de que Dios se expresa a Sí mismo de una manera más completa en un lugar que en otro, o que nuestra felicidad está confinada a una determinada localidad, es una sugestión falsa. Todas las cualidades de Dios están siempre presentes.
Todos podemos hallar consuelo en la aseveración del Salmista: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”. Salmo 23:6; En Ciencia y Salud la Sra. Eddy interpreta la última parte de este versículo de la siguiente manera: “Y en la casa [la consciencia] del [Amor] moraré para siempre”.Ciencia y Salud, pág. 578;
A medida que nos esforcemos por estar más cerca de nuestro Padre-Madre Dios, el Amor divino, lograremos ese estado mental que es el cielo aquí y ahora, y hallaremos nuestro verdadero hogar, cuyos cimientos son indestructibles y eternos. Nuestro verdadero hogar es una idea espiritual que está siempre con nosotros. No es un domicilio físico. Lo encontramos cuando estamos constantemente conscientes de que el hombre habita y mora en el reino de los cielos, su eterno hogar. El Salmista declaró: “Señor, tú has sido nuestra morada de generación en generación”. Salmo 90:1 (según Versión Moderna);
Refiriéndose al sentido humano de hogar, Cristo Jesús dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. Mateo 8:20; Se sentía tan en su hogar al estar consciente de la presencia de Dios, que dondequiera que su misión lo llevaba, la falta de la estructura material que llamamos hogar no podía perturbar sus enseñanzas y curaciones. Todos los que obedecen sus enseñanzas pueden encontrar, igual que él, un hogar mental espiritual que jamás les puede ser quitado.
Para establecer un sentido perdurable y satisfactorio de hogar, uno debe comenzar con la Mente divina, donde se puede hallar el único concepto verdadero de hogar. Entonces debemos mantener ese concepto en el pensamiento como una realidad siempre presente. Un hogar feliz es posible para todos. Sin embargo, debemos recordar que en la Ciencia uno nunca demuestra cosas, sino un estado de consciencia más elevado y verdadero acerca de Dios y el hombre. Las cosas que necesitamos nos vienen como resultado de mantener y expresar pensamientos correctos.
Uno puede llevar consigo sus cimientos de comprensión espiritual dondequiera que vaya y edificar su hogar sobre ellos. El abrigo y consuelo del Amor está en todas partes, proveyendo nuestras necesidades. Una consciencia basada en la comprensión y demostración de la totalidad del Espíritu es una estructura sólida y firme, contra la cual el temor, el odio, la codicia, el orgullo, la idolatría, y la limitación no pueden prevalecer.
En realidad, al hombre jamás le falta un hogar. La creencia de que le falta o que puede llegar a faltarle, es contraria a la realidad espiritual de su condición enteramente completa. El hogar es el cielo, y el hombre ya está allí.
Para el sentido mortal el hogar es un albergue material. Teniendo un concepto material de hogar y de la existencia, es posible que se pueda temer la pérdida del hogar o temer alguna otra discordancia. Pero el concepto correcto de hogar no incluye nada desagradable, y cuando elevemos nuestro pensamiento a este concepto verdadero, edificaremos nuestro hogar sobre bases firmes. La Sra. Eddy dice: “La verdadera casa en que ‘vivimos, y nos movemos, y somos’ es el Espíritu, Dios, la armonía eterna del Alma infinita”.Pulpit and Press, pág. 2;
En la consciencia del amor de Dios y Su omnímoda bondad hay alegría, armonía, paz, y todo es completo. Al mantenernos conscientes del poder y la presencia de Dios, nuestro hogar mental es un lugar de refugio celestial donde podemos obtener fuerzas para las necesidades del día, y desde el cual podemos ayudar a otros a satisfacer sus necesidades.
La sustancia de nuestro hogar espiritual está segura en el amor de Dios. No puede ser alterada por ningún cambio. El hombre, la idea de la Mente divina, jamás puede ser separado de su hogar espiritual. A medida que comprendamos que la Mente, el Amor divino, es la fuente de todo lo que verdaderamente significa hogar, nos daremos cuenta de que la necesidad de un hogar no sólo puede satisfacerse sino que ya está satisfecha en la eterna perfección del universo de Dios. Si buscamos el reino de Dios por sobre todas las cosas, se verá que la abundancia de Su bondad está siempre presente, y una mayor armonía, paz, y bienestar se manifestarán en nuestro concepto humano de hogar.
Yo me quedé sola con una casa grande que tenía mucho terreno. Ya no tenía necesidad de tal lugar. Después de venderla, me encontré sin un lugar donde vivir. Mantuve mis pensamientos en Dios reconociendo que Él dirige al hombre. Afirmé que el hogar es una idea en la Mente divina, que el verdadero hogar está siempre presente, y que representa la atmósfera del Amor, en la cual mora la armonía y la alegría. Estos pensamientos eran mis constantes compañeros. También recordé que Jesús enseñó a sus seguidores: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Mateo 6:8.
Poco después encontré una casa modesta, que llenaba tan bien mis necesidades que sentí que había sido divinamente guiada hacia esa casa. Mediante la comprensión de que el verdadero hogar está en la consciencia y que es una idea divina que eternamente se manifiesta al pensamiento espiritualizado, he visto mucha evidencia de hermosura y perfección a mi alrededor.
Nuestro verdadero hogar, ya sea que vivamos en una casa o en una carpa, está en la consciencia de la omnipresencia del Amor divino. Estando conscientes de la presencia de Dios, obedeciendo Sus mandamientos, y orando sin cesar, moramos en Su reino. En esta atmósfera ningún sentido de escasez, pecado, enfermedad, sufrimiento o muerte puede penetrar el Amor que nos rodea completamente.
 
    
