Cuando conocí la Ciencia Cristiana en una conferencia hace seis años, pasaba por momentos muy difíciles. Había estado recibiendo tratamiento médico por síntomas de reumatismo y estaba en observación constante por parte de un ginecólogo por haber tenido una seria intervención quirúrgica.
Hacía unos quince años que mi marido estaba teniendo problemas relacionados con su empleo, lo que había resultado en el deterioro de su salud: tenía dolores de cabeza intensos y trastornos intestinales y estomacales. Había tratado distintos tipos de medicinas y había cambiado continuamente de médicos, pero nada de esto lo ayudó.
La situación familiar con mi hermano y mi cuñada era desarmoniosa y parecía no tener solución. Cuando encontré la Ciencia Cristiana se me abrió un mundo totalmente nuevo. Desde hacía dos años había tenido la fuerte sensación de que estaba siendo guiada hacia algo nuevo. Era miembro activo de una iglesia protestante, pero esta religión ya no me atraía.
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