A veces las personas religiosas encuentran difícil comprender por qué les ocurren problemas tales como accidentes o enfermedad y no encuentran la respuesta en las enseñanzas y hechos relatados en la Biblia. Pueden entonces atribuir estos incidentes desafortunados a algún poder adverso, o bien considerarlos como una ley natural.
Sin embargo, tales experiencias ni son el resultado de una ley natural ni se derivan de la acción de las fuerzas materiales. Son consecuencia de una creencia falsa. Son, de hecho, el resultado de la ignorancia del gran amor de Dios por Su creación, el hombre y el universo.
Es fundamental que rechacemos la creencia de que los incidentes antagónicos son el resultado de un poder opuesto a Dios, un poder ante el cual la humanidad tiene que someterse. Debiéramos partir de la base de Dios perfecto y hombre perfecto y aferrarnos al hecho de que Dios, la Mente infinita, es la única causa, el único creador. El Cristo, la verdadera idea de Dios, exige que la humanidad supere toda creencia y evidencia de discordancias y acepte como real solamente el bien, que se deriva de Dios, el Principio divino.
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