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¿Está creciendo el movimiento de la Ciencia Cristiana?

Del número de abril de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Al hacernos esta pregunta, es posible que algunos de nosotros nos inclinemos a pensar en el número de miembros de la iglesia. Pero el propósito de este editorial no es el de analizar cifras. Es el de preguntarnos si nuestro movimiento está creciendo o no; y una respuesta acertada no está relacionada con meras cifras.

Cada uno de nosotros debe considerar esto con cuidado, porque una respuesta definitiva es básicamente subjetiva más bien que objetiva. La respuesta de usted puede no ser la misma que la de otro Científico Cristiano y, sin embargo, ambas pueden ser válidas. Por supuesto, sería muchísimo más sencillo si pudiéramos simplemente echar una mirada y contar las iglesias de Ciencia Cristiana, los practicistas, y los miembros que componen el movimiento y usar esas cifras para medir nuestro crecimiento. Pero eso sería un criterio muy dudoso. En el análisis final, el único crecimiento válido es el que está impulsado espiritualmente. Hacer un esfuerzo para registrar tal clase de crecimiento sobre una base material es dar entrada a falsas esperanzas o desaliento innecesario. Pero medir correctamente el crecimiento nos da una visión firme y estable de progreso. El crecimiento espiritual no es la acumulación de bien sino el reconocimiento cada vez más amplio de su abundancia siempre presente. Obtenemos una visión más amplia, más profunda, en la medida en que admitimos la supremacía de la Mente divina y nos liberamos de las limitaciones del sentido personal. Para encarar propiamente la pregunta sobre el crecimiento, puede ser útil formularla en términos más apropiados, como por ejemplo: ¿Estoy logrando un crecimiento genuino en mi propia demostración de Ciencia Cristiana? Consideremos algunas de las siguientes preguntas y comentarios.

¿Qué significa crecer?

Crecer es tener una convicción más profunda de que nuestro gozo, inspiración, amor — todo atributo correcto y bueno — vienen diariamente, fluyendo constantemente de Dios. Por lo tanto, el verdadero crecimiento se evidencia al depender más de Dios y menos de la personalidad humana, de las circunstancias y de los sucesos a fin de sentirse satisfecho. Un amor marcadamente creciente hacia Dios muestra que hay un crecimiento verdadero. ¿Podemos decir que hemos fortalecido definitivamente nuestro amor a la Vida, la Mente, el Principio, el Amor? Si es así, estamos actuando hoy con más vitalidad, inteligencia, honestidad y perdonando más que ayer.

Avanzar espiritualmente significa que nuestro amor por el prójimo está creciendo. Que estamos demostrando que comprendemos sus necesidades y que nuestra compasión por él es más significativa. Que estamos empezando a apreciar la verdadera naturaleza de quienes en un momento determinado creímos que eran nuestros enemigos. ¿Estamos realmente creciendo de la manera que Cristo Jesús nos mostró?

El avanzar espiritualmente es curar con más rapidez y firmeza y expulsar al error definitivamente. Progresar constantemente en nuestra habilidad para escuchar la dirección de Dios y seguirla con sabiduría y percepción, es evidencia de crecimiento espiritual. La Sra. Eddy escribe: “Los mortales tienen que gravitar hacia Dios, espiritualizando sus afectos y propósitos, — tienen que acercarse a interpretaciones más amplias del ser, y obtener un concepto más acertado del infinito,— para poder desechar el pecado y la mortalidad”.Ciencia y Salud, pág. 265;

¿Realmente quiero crecer?

Sentirse cómodo en el materialismo plantea una resistencia al crecimiento espiritual. Los elementos humanos de pereza, apatía, indiferencia, desilusión, pueden pesar en contra del deseo justo de avanzar espiritualmente. Si verdaderamente deseamos progresar, trabajaremos activamente para liberarnos de los obstructores pensamientos mortales. La Mente divina siempre está reflejando activamente su perfección. Como expresión de la Mente, el hombre nunca se fatiga en la espiritualidad, siempre está consciente del desarrollo del bien, y nunca se siente frustrado por los obstáculos del materialismo. Cuanto más nos identificamos con nuestra verdadera identidad, nuestro deseo innato de crecer será más fuerte y más definitivo. El crecimiento requiere dejar lo viejo por lo nuevo — dejar de lado las limitaciones materiales y aceptar vistas espirituales más amplias. Pablo habla de despojarse “del viejo hombre” y de vestirse del “nuevo hombre”. Efes. 4:22, 24;

Todos nos fijamos ciertas metas. Algunas de ellas pueden ser metas humanas modestas, otras pueden ser grandes y nobles. Pero una buena manera de saber si realmente deseamos crecer en forma espiritual es si nos hemos fijado metas espirituales firmes y alcanzables. Y si estamos trabajando diaria y activamente, para cumplir esas metas.

¿Estoy dispuesto a aceptar obligaciones que me van a forzar a crecer?

Una de las pruebas verdaderas que tenemos de que sentimos el deseo de crecer es ponernos al servicio de la Iglesia que la Sra. Eddy estableció. Si aceptamos trabajar con un deseo honesto de glorificar a Dios, inevitablemente crecemos. Comprometerse a trabajar puede significar renunciar a algunas de las actividades que dan placer humano. Ir a esquiar, el programa de televisión, la playa, todo esto puede tener su lugar para nosotros; pero tendrán su lugar apropiado cuando las subordinemos a las demandas del crecimiento espiritual que son las que nos dan satisfacción.

Tiene la misma importancia el no “acaparar trabajo”. La tentación de hacer todo el trabajo porque otros no son dignos de confianza tiende a destruir el desarrollo de su sentido de responsabilidad y, en efecto, impide el crecimiento de todos los interesados. Las obligaciones y oportunidades de la iglesia, cuando se reparten proporcionalmente, fomentan un firme crecimiento individual.

En 1888 la Sra. Eddy se dirigió a la Asociación Nacional de Científicos Cristianos. Les aconsejó: “Hemos venido a fortalecer y perpetuar nuestras organizaciones e instituciones; y a encontrar fortaleza en la unión — fortaleza para construir, mediante la diestra de Dios, esa religión pura y sin mácula cuya Ciencia revela a Dios y la perfectibilidad del hombre. Este propósito es inmenso, y tiene que empezar con el progreso individual, ‘una consumación fervientemente deseable’ ”.Miscellaneous Writings, pág. 98.

Nuestro mundo necesita urgentemente de un movimiento de la Ciencia Cristiana sustancial y en desarrollo. Vendrá a medida que crezcamos individualmente. No es de importancia fundamental preguntar qué hacen los demás. ¿Pero acaso no estamos haciendo precisamente eso cuando miramos las cifras de miembros para ver si hubo crecimiento? Podemos preguntarnos cada día: ¿He dado los pasos específicos en dirección al Espíritu? Una respuesta honesta a esta pregunta nos dirá si el movimiento de la Ciencia Cristiana está creciendo.

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