Para una filial de América del Sur, los altos y bajos fueron la catálisis final. Las fluctuaciones en la asistencia a la Escuela Dominical finalmente desaparecieron después de un esfuerzo común para mostrar a los miembros lo que estaba sucediendo. Una reunión de mesa redonda con dos estudiantes, dos maestras, dos ex alumnos, y una madre, les dio a los miembros una nueva perspectiva del propósito y objetivo de la Escuela Dominical. Esta reunión sorprendió agradablemente a muchos miembros.
Un niño de 12 años habló de visión mejorada, de ayudar a un amigo que tenía dificultad en llevarse bien con la gente, y de ayudar a un primo en una situación peligrosa. Una joven de 19 años explicó cómo había encontrado protección al comprender algo de la ley divina. Uno de los ex alumnos habló de la rápida curación de una lesión interna. El pronóstico había sido que tomaría varios años de reposo — y nada de deportes — el sanar.
La madre relató cómo la asistencia regular de sus cinco hijos a la Escuela Dominical había beneficiado a toda la familia incluyéndola a ella también. Como ella no había asistido a la Escuela Dominical, aprendió de sus hijos. Cada domingo al marcar los libros leían de nuevo la lección y los niños comentaban sobre lo que habían aprendido ese día.
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