“¡Todo esto está sucediendo en nuestra Escuela Dominical!”
Para una filial de América del Sur, los altos y bajos fueron la catálisis final. Las fluctuaciones en la asistencia a la Escuela Dominical finalmente desaparecieron después de un esfuerzo común para mostrar a los miembros lo que estaba sucediendo. Una reunión de mesa redonda con dos estudiantes, dos maestras, dos ex alumnos, y una madre, les dio a los miembros una nueva perspectiva del propósito y objetivo de la Escuela Dominical. Esta reunión sorprendió agradablemente a muchos miembros.
Un niño de 12 años habló de visión mejorada, de ayudar a un amigo que tenía dificultad en llevarse bien con la gente, y de ayudar a un primo en una situación peligrosa. Una joven de 19 años explicó cómo había encontrado protección al comprender algo de la ley divina. Uno de los ex alumnos habló de la rápida curación de una lesión interna. El pronóstico había sido que tomaría varios años de reposo — y nada de deportes — el sanar.
La madre relató cómo la asistencia regular de sus cinco hijos a la Escuela Dominical había beneficiado a toda la familia incluyéndola a ella también. Como ella no había asistido a la Escuela Dominical, aprendió de sus hijos. Cada domingo al marcar los libros leían de nuevo la lección y los niños comentaban sobre lo que habían aprendido ese día.
La reunión hizo hincapié en la importancia de la cooperación que debe existir entre el hogar y la Escuela Dominical para ayudar a los jóvenes a obtener una comprensión firme de las enseñanzas básicas de la Ciencia Cristiana. Ofreció a los estudiantes, individualmente, la oportunidad de participar en una actividad que les atañía a ellos directamente. Las dos maestras pudieron compartir algo de la inspiración y de los métodos prácticos que forman parte de la enseñanza en la Escuela Dominical. Lo aplicable que es la Ciencia Cristiana en el mundo de hoy fue ilustrado por los ex alumnos. Y la madre mostró lo mucho que el apoyo de los padres ayuda a que la Escuela Dominical cumpla su misión.
En sus comentarios iniciales como moderador, el superintendente citó palabras de la Sra. Eddy: “El Científico Cristiano se ha alistado para aminorar el mal, la enfermedad y la muerte; y los vencerá comprendiendo su irrealidad y la totalidad de Dios, el bien”.Ciencia y Salud, pág. 450.
Una vez que los miembros vieron que esta actividad se estaba desarrollando en la Escuela Dominical, el problema de asistencia irregular y falta de apoyo de los padres, desapareció. No disminuyó; desapareció.
“Pequeño” no significa “ineficaz”
Hace un año, una pequeña Sociedad en el centro oeste de los Estados Unidos cerró sus puertas durante los meses de invierno, habiendo decidido sus miembros reunirse en una casa hasta la primavera.
Pero este último invierno la Sociedad permaneció abierta al público. Es verdad que la congregación había disminuido, pero los miembros estaban obteniendo una visión diferente de sí mismos y de su comunidad. Se dieron cuenta de que un universo espiritual no incluye imposiciones o límites sectarios. Comenzaron a ver cada vez más claramente la falacia de la evidencia que decía que ellos eran meramente un pequeño grupo en una comunidad no predispuesta en favor de la Ciencia Cristiana.
No es de sorprenderse entonces que la Sociedad fuera invitada a participar en una reunión de iglesias locales que deseaban enfocar de una manera verdaderamente cristiana el problema mundial del hambre.
El comité organizador, compuesto de nueve miembros, que incluía dos Científicos Cristianos, dispuso un período de siete días como “Una semana de oración y unidad cristiana”. Un periódico local, al describir la semana y lo que los participantes habían decidido hacer, comentó que un economista había catalogado el problema del hambre mundial como metafísico y que, por lo tanto, cualquier solución tenía que ser metafísica.
Los miembros del comité vieron que si había de hacerse algo para remediar la manera despilfarradora de usar los recursos, ello tenía que hacerse desde una base espiritual. Por lo tanto, la actividad encarada fueron tres servicios al mediodía en una iglesia local con remisión de las colectas a un fondo internacional de ayuda. El último de los servicios fue conducido por uno de los Científicos Cristianos, quien lo inició con declaraciones de los escritos de la Sra. Eddy. El programa continuó incluyendo algunas maneras esencialmente básicas para hacer un mejor uso de la energía y los alimentos.
Como una contribución adicional a esta actividad, el Primer Lector de la filial participante seleccionó la lectura de dos servicios de los miércoles para enfocar la curación del hambre del mundo.
El comité, buscando una base espiritual para solucionar este problema, lo contempló en términos de ideas que se necesitan y no simplemente de contar con mejor producción y distribución de alimentos. A pesar del intenso frío, la concurrencia a los tres servicios fue buena. Un periódico publicó las alternativas propuestas, encabezando la lista con la mención de que era necesario “comprometerse a orar diariamente para solucionar el problema del hambre”. Las alternativas propuestas que se siguieron procedían de la convicción del comité de que la Regla de Oro podía ser practicada más consistentemente por todos.
El comité tuvo la satisfacción de ver que los que asistieron a los servicios aparentemente fueron receptivos a una base espiritual para solucionar una grave necesidad humana. Y en cuanto a la pequeña Sociedad, ganó aprecio entre la comunidad por lo que los miembros habían compartido.
Cada filial tiene una relación especial con su comunidad
Durante una época en que su ciudad estaba alarmada por continuos asaltos a chicas jóvenes, los miembros de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, del estado de Nueva York, reconocieron que tenían una responsabilidad para con la humanidad.
Oraron para ver más claramente la presencia protectora de Dios, estudiando lo que dice la Sra. Eddy en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) sobre la idiotez moral. Ver Mis., pág. 112; Aferrándose al hecho de que la jurisdicción de Dios elimina el temor y la polución moral, las oraciones de los miembros cumplieron el requerimiento del Manual por la Sra. Eddy, de que un miembro de La Iglesia Madre no debe “... dejarse inducir a olvido o negligencia en cuanto a su deber para con Dios, para con su Guía y para con la humanidad”.Manual de la Iglesia por la Sra. Eddy, Art. VIII, Sec. 6. Vieron que el hombre de Dios no puede ser usado por el mal, ya sea como criminal o como víctima del crimen.
Un comité en una filial de California mantuvo alerta a los miembros sobre las necesidades específicas de la vecindad. Todos los meses se les enviaban cartas señalándoles oportunidades para sanar. Los miembros vieron que mantener la ley y el orden no era tanto “vigilar” la comunidad sino vigilar su pensamiento sobre la comunidad — viendo a través de las pretendidas imposiciones de la mente mortal.
Una señora fue enfrentada por algunos jóvenes que la insultaron de manera muy atrevida y obscena. Rehusándose a reaccionar, tranquilamente insistió en amar con amor semejante al Cristo. Esto estableció el fundamento espiritual para lo que más tarde se convirtió en una amistosa relación con la juventud de la localidad.
Cuando una filial en Kansas City, Kansas, recibió una donación para compartir la Ciencia Cristiana, el comité a cargo oró para hallar una manera de beneficiar al mayor número posible de personas.
En esos momentos, el presidente de una gran empresa publicitaria de anuncios en las carreteras le dijo a uno de los miembros del comité que su compañía deseaba donar algún espacio — para uno a tres carteles todos los meses — para publicidad cristiana.
Después de cuidadosa consideración y oración el ofrecimiento fue aceptado. A la iglesia le correspondía escribir los mensajes e imprimir los letreros. Los mensajes fueron cortos e incluyeron una invitación para asistir a los cultos de la iglesia o para visitar la Escuela Dominical.
Cada día un promedio de más o menos 10.000 a 30.000 personas transitaban por donde estaban los carteles. El presidente de una de las principales empresas de acero llamó para decir cuánto los apreciaba. Un representante del museo de ciencias naturales de la ciudad telefoneó por la misma razón. El donante fue llamado por un grupo de personas del campo publicitario y comercial para manifestarle cuán buena era la idea, comentando que tal clase de publicidad constituía un valioso aporte para la ciudad.
“La historia de Jesús” — un libro para compartir
“La historia de Jesús”, basada fielmente en los Evangelios, es nuestra más reciente publicación ilustrada de historias bíblicas para niños. Esta narración de la vida de Jesús lleva a los niños a sentir más profundamente la grandeza del Maestro, el poder de sus obras sanadoras, la gloria de su ejemplo del perdón, de la obediencia y del amor.
Hay infinidad de maneras de compartir “La historia de Jesús” dentro del círculo familiar y fuera de él. Uno de estos medios puede ser el mostrarle un ejemplar a un amigo, a un maestro o a un bibliotecario — a quienquiera que se interese en esta clase de publicaciones.
“La historia de Jesús” se encuentra disponible en las Salas de Lectura de la Ciencia Cristiana en las áreas de habla hispana, y también en muchas Salas de Lectura en las áreas de habla inglesa. Su precio es de US$2.00 el ejemplar. También puede solicitarse directamente de La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, dirigiendo su pedido a: The Christian Science Publishing Society, One Norway Street, Boston, MA, U.S.A. 02115.
[Extractos compilados de la sección “Church in Action” del The Christian Science Journal.]
