Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Un instrumento eficaz

[Original en español]

Del número de abril de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchos de nosotros conocemos estas líneas de la Sra. Eddy:

¿A Cristo viste? ¿Su voz oíste?
¿Sientes del Verbo el poder?
La Verdad nos libertó,
y la hallamos tú y yo
en la vida y amor del Señor.Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 298;

Es difícil leer estas tres preguntas sin pensar en cuáles serán las respuestas. ¿Tenemos a nuestra disposición un instrumento que nos permita contestarlas afirmativamente — un instrumento con el cual ver, oír y sentir con claridad la verdad de las cosas? Los cientistas de la física a menudo tienen instrumentos que les permiten investigar el objeto de sus estudios. Del mismo modo, hay un medio por el cual podemos percibir y amplificar las verdades de la creación de Dios, y este medio ha estado siempre a nuestro alcance: Es la oración.

El universo creado por Dios, el Espíritu, no está alejado de nosotros; está tan cerca como nuestro pensamiento mismo. Pero tenemos que prepararnos para recibir las ideas que Dios imparte, así como nos prepararíamos para recibir en casa a visitantes queridos. Nuestro pensamiento está bien preparado cuando humildemente le pedimos a la Mente divina, el origen de toda creación, que nos dé entendimiento espiritual para comprender nuestro ser verdadero como la manifestación perfecta y completa de la Mente. La Biblia dice: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Sant. 1:5;

A veces puede que encontremos difícil comenzar a orar. Si nuestro propósito pareciera estar interferido por una ola de pensamientos sobre cosas que tenemos que hacer o que debimos haber hecho, o por recuerdos del pasado, podemos agradecer a Dios por Su bondad siempre presente. Esto empezará a elevar nuestra consciencia hacia la causa divina, o Principio, que responde a las necesidades humanas. Nuestro pensamiento obtiene iluminación mediante nuestra inteligente expresión de gratitud a Dios por aquellas cualidades espirituales que poseemos como hijos del Amor divino, cualidades que nos gustaría demostrar más ampliamente.

Algunos pueden encontrar útil hacerse preguntas como éstas: “¿Qué significa para mí ser la imagen del Amor divino? ¿Qué es la sustancia y cuál es mi relación con ella? ¿Cuáles son las facultades del Alma y cuál es mi relación con ellas?” Abriendo nuestros pensamientos a la Mente divina percibimos las respuestas y comprendemos mejor a Dios y Su creación.

La oración que consiste en ponderar las realidades espirituales puede usarse en cualquier momento — viajando en un autobús, caminando por la calle o esperando ser atendidos en la oficina de correo.

El Cristo es una influencia inevitable e irresistible en nuestra consciencia. El paciente Amor está siempre comunicándonos sus verdades. La Sra. Eddy dice: “El Cristo es la idea verdadera, proclamando el bien, el mensaje divino, que viene de Dios a los hombres, hablando a la consciencia humana”.Ciencia y Salud, pág. 332; El Cristo nos lleva a apoyarnos en Dios para todo — para tomar decisiones correctas, para hallar soluciones, para sanarnos.

Cuando oramos a nuestro Padre-Madre, identificándonos como hijos espirituales y perfectos, logramos liberarnos del temor. La relación entre el Amor divino y sus ideas es permanente. Dios, la Vida misma, es ahora el autor de todo, la única fuente del bien, y el hombre es Su manifestación inevitable. La Sra. Eddy escribe: “Nunca podrá usted demostrar espiritualidad mientras no declare que es usted inmortal y comprenda que lo es. La Ciencia Cristiana es absoluta; no está ni detrás del punto de la perfección ni avanzando hacia él; está en este punto y desde este punto debe practicarse”The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 242.

Instantes antes de tener que rendir un examen oral en la universidad comencé a sentirme muy nervioso. La duda y el temor comenzaron a embargarme. No había razón para ello pues había estudiado y sabía bien los temas sobre los que tenía que hablar. Traté de dejar de pensar en todo lo que tenía que decir y me puse a orar. Empecé afirmando que la serenidad y la confianza eran cualidades derivadas de la Mente divina y que, puesto que yo era reflejo de Dios, poseía en ese mismo momento estas cualidades. Me di cuenta de que el temor no podía separarme de la serenidad, ni de la capacidad otorgada por Dios para expresarme claramente. Percibí que el temor es una ilusión, porque está por siempre excluido del Amor omnipresente. Cuando me senté frente al comité examinador, toda intranquilidad había pasado y pude dar perfectamente el examen.

El estudio diario de la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y de los escritos de la Sra. Eddy, desarrolla en nosotros esta capacidad inherente de buscar la dirección de la Mente mediante la oración, y de ser testigos y hacedores de a voluntad de Dios en todo momento. No se emplean fórmulas cuando oramos, pues ello paraliza la inspiración, y es la inspiración la que da la bienvenida a las ideas que Dios imparte.

La espiritualidad satisface todas las necesidades humanas, y la oración en la Ciencia Cristiana nos conduce a la espiritualidad como ninguna otra cosa puede hacerlo.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1978

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.