La Biblia nos dice que cuando Abram era niñito vivía en una ciudad llamada Ur. La gente allí adoraba ídolos. Los ídolos son figuras a menudo talladas en algún pedazo de piedra, y a veces las hacen de manera que parezcan hombres. Tú las puedes ver y tocar, pero no tienen vida. No pueden pensar ni hablar.
La gente que adora ídolos les tiene miedo, pero esto es sólo porque creen que los ídolos son dioses que pueden hacerle mal a la gente.
Cuando Abram llegó a grande, escuchó al verdadero Dios que le hablaba y le decía que saliera y estableciera una nueva nación. Dios bendijo a Abram porque había oído Su voz. Abram había escuchado, y Dios le dio pensamientos buenos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!