Hace más de diez años supe acerca de la Ciencia Cristiana a través de un amigo que me dio un ejemplar de la edición en alemán del Heraldo para que lo leyera. Se abrió un cielo nuevo para mí. No había encontrado ninguna satisfacción en mi religión anterior, así que me dejé llevar a la deriva hasta que finalmente encontré la religión pura y viviente que había imaginado desde pequeña.
Como alguien que está sediento en el desierto, pedí más y más Heraldos, hasta que obtuve Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. A decir verdad este libro literalmente abrió las Sagradas Escrituras, y ahora puedo decir con el Salmista (Salmo 16:6): “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado”. Ya no puedo imaginar mi vida sin la Ciencia Cristiana que a diario me llena de bendiciones.
Después de haber leído con entusiasmo muchos Heraldos sin haber dado mayor importancia a los testimonios, me encontré con uno sobre la curación de constipación. Entonces, por primera vez, vi claramente que si la oración y el apoyarse en medios espirituales para la salud habían ayudado en ese caso, también podían ayudarme a mí. De manera que, decididamente tiré todos los remedios materiales y desde ese momento no tuve más problemas.
Pronto tuve otra prueba de que Dios es Amor divino y que está siempre presente. Síntomas de reumatismo me molestaban mucho. Hasta la medianoche me esforcé por mantener la verdad acerca de mi relación con Dios como Su idea perfecta, según lo entendía en ese momento, y después de esto desapareció el dolor. Al día siguiente pude hacer una caminata de seis horas.
En otra ocasión en que estaba ayudando en la casa de un familiar, la ciática de que yo padecía me lo dificultaba tanto que apenas si podía enderezarme. Hacía mi trabajo de argumento en contra como se explica en Ciencia y Salud (pág. 93): “El bien nunca causa el mal, ni crea nada que pueda causar el mal”. Me aferré firmemente a esta verdad y poco después pude caminar derecha nuevamente.
De todas las bendiciones que he tenido en el transcurso del tiempo, me gustaría relatar otra curación que afirmó aún más mi fe. Hace algunos años, al estar ayudando en la casa de una familia, me dio un dolor de espalda y por lo que había oído, era el efecto de vértebras dañadas. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana quien me dio tratamiento por medio de la oración, y me aferré firmemente a las reglas de curación de la Ciencia Cristiana.
En esa ocasión cumplí con mis obligaciones, aunque cada miento me recordaba esta condición discordante. Durante varias semanas luché contra el falso testimonio de los sentidos físicos. Pero un día estuve completamente libre. Me sentí muy agradecida porque pude probar la promesa de Cristo Jesús (Juan 8:32): “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Siento gran reverencia hacia la Sra. Eddy, que pudo descubrir y transmitirnos, mediante su consagración absoluta a Dios, esta verdad de la naturaleza divina del hombre. Es maravilloso sanarse, pero es aún más inspirador percibir el reino de los cielos dentro del hombre mediante el estudio de Ciencia Cristiana.
Tuve el privilegio de observar, al asistir a la Asamblea Anual en 1975, cómo las actividades de La Iglesia Madre, establecidas en el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy, pueden bendecir a toda la humanidad y liberarla de la falsa creencia en la materia. Estoy profundamente agradecida de colaborar en esto mediante mi afiliación a La Iglesia Madre y a una iglesia filial. La instrucción en clase me ha permitido comprender la importancia del persistente y devoto trabajo metafísico. Estoy eternamente agradecida al Amor divino por toda esta ayuda.
Augsburgo, República Federal de Alemania
