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Durante años sufrí de agudos dolores en la mandíbula.

Del número de julio de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante años sufrí de agudos dolores en la mandíbula. Me vieron varios médicos pero sin resultado alguno. Me dijeron que necesitaba una operación. Al escuchar esas palabras me atemoricé mucho ya que conocía personas que habían sido operadas de una dolencia similar y la operación no había tenido éxito.

Posteriormente, un sobrino que es estudiante de la Ciencia Cristiana me preguntó por qué no trataba la Ciencia Cristiana; me dijo que esto me ayudaría y consentí. Le pedí que me explicara algo acerca de esta Ciencia y así lo hizo. Luego telefoneó a una practicista de la Ciencia Cristiana en mi nombre. Fui a verla y mientras me hablaba, me di cuenta de que el dolor había desaparecido completamente. Me impresionó mucho el escuchar que yo jamás estaba separada de Dios, y también aprendí mucho más acerca de Él. La practicista me dio un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y me señaló pasajes que debía leer. Al fin de tres semanas estaba total y permanentemente sana de mi dolencia. Esta curación me abrió el camino para que comenzara el estudio de la Ciencia Cristiana con gozo y alegría, y desde entonces he tenido muchas otras curaciones.

Mis tres nietos son alumnos de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. En cierta ocasión tuvieron eczema por todo el cuerpo. Confié sólo en Dios reconociendo la verdad de que ellos son la creación perfecta de Dios, Su semejanza y Su expresión espiritual. Sabía que Dios es el único poder y que puede sanar cualquier condición cuando Su verdad es debidamente reconocida y aplicada con comprensión. Al término de tres o cuatro semanas, los niños estaban libres de esa condición, y sanos.

Mi hija enfermó seriamente, y hasta llegó a perder el conocimiento. Recordé entonces cómo el Maestro, Cristo Jesús, sanó a la hija de Jairo. A solas con mi hija, oré, agradeciendo a Dios por Su presencia, amor, tierno cuidado y protección. Luego, repentinamente, mi hija abrió los ojos y me habló. Poco después se levantó y pudo comer algo, y en una semana había sanado completamente. En otra ocasión sanó en forma permanente de lo que parecía ser apendicitis. También sanó de una condición en su ojo izquierdo, después de descubrir inesperadamente que no podía ver con ese ojo. Negamos el mal o error y afirmamos que lo que Dios sabe acerca de Su idea es verdadero y es ley; que el mal o error no tiene realidad alguna. El Maestro nos dice: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:3).

Realmente me siento muy agradecida por lo que la Ciencia Cristiana ha hecho por mí. He recibido muchas bendiciones como también mi familia y varios amigos. Desde mi primera curación he confiado totalmente en la Ciencia Cristiana para curaciones de toda índole. Estoy profundamente agradecida a Dios por Su hijo, Cristo Jesús, el Mostrador del camino, y por la Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, quien fundó una iglesia que está probando al mundo su valor al demostrar la capacidad de la Mente divina de sanar y salvar.


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