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Sólo una persona

[Original en alemán]

Del número de julio de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


—¡No lo tomes como alusión personal!

—¡Eso no iba dirigido personalmente a nadie en especial!

—¡Vamos, por favor, no intimes conmigo!

Estos reparos no son insólitos en la vida diaria. La “personalidad” parece ocupar un lugar importante en el pensamiento en general. ¿Por qué?

Que la personalidad mortal es vulnerable, que uno puede ofenderla por entremeterse demasiado con ella u ofenderla por pasarla por alto, revela una de sus características básicas: Evidentemente, la personalidad depende en gran parte de lo que piensan los demás. En efecto, es nuestra creencia en ella lo que la nutre. Un sentido de personalidad no es algo que existe realmente, sino una imagen acerca de alguien como uno se imagina que es. La Sra. Eddy dice en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud: “El mundo cree en una multiplicidad de personas; pero si Dios es personal, no hay más que una persona, porque no hay más que un solo Dios. Su personalidad sólo puede ser reflejada, no transmitida”.Ciencia y Salud, pág. 517;

El resultado de la creencia del mundo en multiplicidad de personas, es obvio. La gente parece estar sujeta a toda clase de influencias que determinan su progreso o su retroceso, su buena o mala fama. El mundo piensa de la gente como pobre y rica, pequeña y grande, importante y sin importancia, buena y mala. Aquel que cree haber alcanzado una buena posición personal trata de mantenerla y defenderla, mientras su rival quizás esté tratando de socavarla.

La Biblia corrige la tendencia a luchar por el honor y la importancia personales. Leemos: “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas”. Sant. 2:1; Y “Porque de él [Dios], y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos”. Rom. 11:36; Dios, no la personalidad humana, es el creador. Él es el creador de todas las cosas. No es a la personalidad sino a Dios a quien corresponde todo el honor. Y todos los hombres, mujeres y niños, en su ser verdadero, reflejan a la única persona, Dios — cada uno en forma individual.

Evidentemente, la Ciencia Cristiana nos exige ver las cosas de manera diferente de aquella que sólo concibe personas mortales y limitadas. ¿Cómo podemos llegar a ver al hombre, a la imagen de Dios, como realmente es? La expresión “mal impersonal” nos da la clave. Nos dice que las características y los rasgos malos no pertenecen al hombre creado por Dios y que refleja Sus cualidades. Por lo tanto, el mal no se encuentra en la naturaleza real de la persona. De esta manera separamos el mal de nosotros mismos y de los demás y vemos que el mal no tiene su origen en la persona ni está indisolublemente unido a ella, sino que es error y decepción, una mentira acerca del hombre de Dios.

Este método de ver las cosas también nos capacita para ver que el bien no se origina en el hombre sino en Dios, quien es la fuente de todas las cualidades del bien que el hombre refleja. Jesús fue bien explícito en esto. Reprendió a sus críticos: “¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” Juan 5:44; Y en otra ocasión dijo: “Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios”. Marcos 10:18;

Negar que la personalidad humana es la fuente del bien no significa subestimarse. Por supuesto que no es necesario objetar el respeto y el aprecio de que somos objeto por parte de los demás, como tampoco ser negligentes en apreciar y reconocer el bien dondequiera que se exprese. La negación de las exigencias de la personalidad mortal no es una negación de buenas cualidades o de buenas obras, sino que simplemente prueba que éstas tienen su origen real en Dios. “Su personalidad” — y Sus cualidades — “sólo puede ser reflejada, no transmitida”.

¡De qué manera tan diferente podemos ver a los demás cuando rehusamos aceptar toda mala cualidad como inherente o arraigada; cuando podemos esperar de nuestro prójimo lo que esperamos de nosotros mismos — que ellos harán lo que es de su deber hacer, es decir, reflejar las cualidades de Dios! No tenemos que temer que nos encontraremos con gente mala o desagradable. Tales apariencias engañan. No son la verdad acerca del hombre. “El hombre refleja la Verdad, la Vida y el Amor infinitos. La naturaleza del hombre, así comprendida, incluye todo lo que significan los vocablos ‘imagen’ y ‘semejanza’, según se usan en las Escrituras”,Ciencia y Salud, pág. 94; declara la Sra. Eddy.

Una forma impersonal de ver las cosas abre nuevas posibilidades. El reconocimiento de que las buenas características no son posesiones personales, las hace asequibles para todos. Permite a los hombres descubrir las grandes cosas que poseen por reflejo. En su artículo “Deification of Personality” (Deificación de la personalidad), la Sra. Eddy establece claramente la gran meta que aún tenemos por delante. La última frase dice: “Impersonalizar científicamente el sentido material de la existencia — en vez de aferrarse a la personalidad — es la lección de hoy”.Miscellaneous Writings, pág. 310.

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