Estoy profundamente agradecido por una reciente curación que tuve en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens). Durante muchos años llevé una carga molesta en mi espalda que tenía la apariencia de una protuberancia desagradable y anormal. Sin embargo, en vista de que no me dolía la soportaba. Pero no sólo la toleré sino que fomenté el error dándole sustancia, tamaño y forma; en fin, realidad. En las ocasiones en que alguien parecía notarlo, sus inquietantes expresiones de consternación, pronósticos y consejos médicos aumentaban el error en mi propio pensamiento, aunque nunca recurrí al diagnóstico médico.
Cierta vez estuve trabajando arduamente durante varios meses como miembro del comité directivo encargado de organizar una Reunión Regional de la Juventud de la Ciencia Cristiana. Durante la reunión final de este comité me dí cuenta de que se había operado un cambio en la protuberancia de mi espalda. Comenzó a molestarme.
Así comenzó el período de prueba. Por un lado el error, que ahora se manifestaba en forma alarmante, quería sugerir el oscuro presagio de tal cambio. Por el otro, sentía una agradable sensación de gozo, considerando esta situación como una gran oportunidad. Sabía que me mantendría firme en la Ciencia Cristiana y que sólo Dios sería el médico en este caso.
Luego de haber orado durante varios días sin resultados visibles solicité tratamiento de una practicista de la Ciencia Cristiana. Qué maravillosa y vivificante fue su serena confianza en que siendo Dios, el Espíritu, Todo, no podía haber lugar en el cual pudiera existir la materia, ni donde una condición material pudiera comenzar y desarrollarse. Me explicó además que yo, como una idea completa de Dios, no podía experimentar acrecentamiento ni disminución. En resumen, me explicó que no tenía que quitarme de encima ninguna cosa, sino que tenía que desarraigar un pensamiento erróneo.
Oré para comprender verdaderamente la totalidad del Espíritu y la nada consiguiente de la materia. Dirigí mi lectura de la Biblia y de los escritos de Mary Baker Eddy en apoyo del trabajo de la practicista, hacia la dificultad específica que había que vencer, es decir, hacia la creencia de que pudiera haber un tumor en desarrollo. Entre los pasajes que me fueron tan bellos y vivificantes éste fue uno: “La disolución de las creencias materiales tal vez parezca ser hambre y pestilencia, carencia y dolor, pecado, enfermedad y muerte, asumiendo nuevas fases hasta que su nada aparezca” (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy, pág. 96).
Además me fueron de mucha ayuda las citas de temas sobre catálisis, tumores, disolución y sobre cómo mover montañas. El tratamiento diario que nos damos a nosotros mismos, según se enseña en la instrucción en clase, fue fundamental para la curación final. Y fueron muy necesarios el estudio y la oración ya que las revistas y la prensa local parecían bombardearme con el conocimiento mundano acerca de esta condición.
Dentro de las veinticuatro horas después de mi visita a la practicista, me levanté de la silla, donde había estado leyendo, con la gloriosa convicción de que los primeros síntomas de disolución estaban ocurriendo. Pude verificarlo al observarme, y aunque el proceso curativo llevó un mes, pronto vencí la tentación de mirar y confié completamente en Dios, y sólo tomé las medidas necesarias relacionadas con la limpieza. Finalmente, la protuberancia que por más de veinte años había considerado, erróneamente, como sustancial y real, quedó reducida a la nada.
Estoy muy agradecido a Dios y al Cristo sanador por esta demostración. Estoy agradecido por la ayuda de la practicista y por la instrucción en clase, que fueron de esencial importancia para este hermoso final.
La Ciencia Cristiana también me ha liberado del vicio del tabaco. Este hábito que tuve durante años fue sanado rápida y completamente, sin que haya tenido dificultades en dejarlo.
En momentos en que inconvenientes y escasez amenazaron abrumarme con la frustración y el fracaso en mi vida personal y profesional, el Cristo sanador invirtió por completo este cuadro falso. Como resultado, años productivos se sumaron a mi experiencia profesional, y he sido bendecido con relaciones familiares sanas y satisfactorias, que antes no existían. “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Agradezco a Dios por la oportunidad de servir en lo que puedo a mi iglesia filial y a la Causa. Mi gratitud por la Sra. Eddy, la amada Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, no tiene límites. Realmente mi copa está rebosando.
Alameda, California, E.U.A.
