Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Un enfoque de los problemas urbanos

Del número de julio de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Las ciudades son centros del pensamiento humano. Es comprensible, entonces, que suelan ser centros de problemas: decadencia urbana, endeudamiento urbano, expansión descontrolada y hasta guerrilleros y terroristas urbanos.

La consciencia mortal siempre tiene problemas de alguna índole. Estos problemas se derivan de una raíz profunda: enigmas no resueltos respecto de la vida, su propósito y significado.

Las creencias humanas se exteriorizan en condiciones visibles. Cuando los pensamientos humanos están densamente acumulados, puede haber una maraña de discordancia. La consciencia material es una arena de opiniones y teorías en conflicto. De esto nace la tensión y a menudo se supone que la capacidad creadora y el desarrollo artístico e intelectual también provienen de ello. La vida urbana puede ser estimulante y enriquecedora, y también llena de desafíos. El desafío se cifra en realzar el bien y eliminar todo lo que sea inferior al bien.

Apretujados en las ciudades, rozándonos y chocando hombro con hombro, bien podemos preguntarnos qué relación tiene la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) con esas condiciones urbanas. Esta Ciencia tiene tanta relación con los habitantes urbanos y sus problemas como con otras manifestaciones del pensamiento material, como la falta de recursos y los problemas físicos. La Ciencia Cristiana nos aparta de la apariencia material y su caos para llevarnos a la realidad espiritual y su orden. El pensamiento purificado de obsesiones materiales y reforzado con intuiciones espirituales se expresa en una existencia y ambiente mejores.

La vida en los centros urbanos puede ser expansiva y satisfactoria. Si no estamos de acuerdo, entonces, debemos mirar más allá del panorama urbano e identificar cuál es la verdadera realidad y qué es lo que realmente está sucediendo. Más allá de la apariencia de que somos unos mortales corpóreos entre millones de seres semejantes en un radio de quince o treinta kilómetros, conviviendo con ellos, hacinados y acaso mal gobernados — de hecho, en lugar de, y no más allá— está la realidad espiritual de la Mente divina que reúne, clasifica, ordena y unifica todas las ideas espirituales. El sentido material, a veces, nos presenta un cuadro de seres poco menos que desamparados en condiciones de hacinamiento, sufriendo por la suciedad, el ruido y otras molestias así como por los problemas que se causan los unos a los otros. Muchos nacen en esta situación y al parecer no pueden escapar de ella.

Las creencias materiales, cuando se las invierte, dan indicios de las verdades espirituales. Una verdad espiritual indicada por la creencia mencionada la encontramos en las palabras de Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “El Espíritu, Dios, reúne los pensamientos aun informes en sus cauces adecuados, y los desarrolla, al igual que abre los pétalos de un propósito sagrado, con el fin de que ese propósito pueda manifestarse”.Ciencia y Salud, pág. 506;

El Espíritu no reúne pensamientos e ideas en cauces y lugares inadecuados, pues el Espíritu es la Mente del todo inteligente. Es sumamente útil comprender que el habitante urbano, en su ser semejante a la Mente, no está enmarañado en una concentración de creencias — creencias de insuficiente espacio, de actividades delictivas, o de decadencia, etc.— sino que está incluido en el foco de ideas de la Verdad y es beneficiado por ello. Ninguna idea espiritual está sola y olvidada, perdida en la muchedumbre o agobiada por ésta, ni es vulnerable ni está abandonada.

En nuestro ser verdadero estamos clasificados y dotados de identidad por la Mente, no por la materia y sus condiciones. Por difíciles que parezcan las circunstancias de la vida urbana, podemos vivir mejor si pensamos mejor. La Sra. Eddy nos da la metafísica en la cual establecer una manera de pensar mejor. La Sra. Eddy dice: “El Espíritu diversifica, clasifica e individualiza todos los pensamientos, que son tan eternos como la Mente que los concibe; pero la inteligencia, existencia y continuidad de toda individualidad permanecen en Dios, que es su Principio divinamente creativo”.ibid., pág. 513; Toda individualidad y consciencia comienzan en el Espíritu divino y permanecen en él. Nuestro ser real como ideas del Espíritu no tiene otro hogar o morada.

Cristo Jesús envió a sus discípulos “a toda ciudad y lugar adonde él había de ir”. Lucas 10:1; ¿Por qué lo hizo? ¿Fue acaso que la concentración de habitantes estaba donde estaban los problemas concentrados y había oportunidades de curación? Las cosas no son muy distintas hoy día. Aunque el lugar de residencia de los Científicos Cristianos es cosa que depende fundamentalmente de la demostración y la resolución individuales, la Sra. Eddy dio este consejo en su época: “En este período, mis estudiantes deben radicarse en ciudades grandes, y permanecer allí a fin de hacer el mayor bien al mayor número. La población de nuestras principales ciudades es bastante amplia para suministrar trabajo a muchos practicistas, maestros y predicadores. Este hecho no estorba en modo alguno con la prosperidad de cada trabajador; representa más bien una acumulación de poder en su apoyo que fomenta la comodidad y el bienestar de los trabajadores”.Retrospección e Introspección, pág. 82.

No hay que temer ni aborrecer a las ciudades — hay que entenderlas con la percepción espiritual, o sea traducirlas a sus realidades espirituales y primitivas. Se las puede apreciar por sus oportunidades y vitalidad y por los caminos que nos abren para el útil intercambio de ideas y la asistencia mutua. Sus aspectos negativos pueden aminorarse mediante la oración científica y metafísica, mediante los pensamientos iluminados por la Ciencia y las vidas que trascienden la estrechez de la vida meramente física. No debemos ver a la ciudad como una concentración de riesgos, sino como un centro de posibilidades para probar la omniacción del Amor inmortal, la única causa de la realidad, la única fuente del hombre, en todas partes y para siempre.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 1978

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.