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La manifestación humana de la compleción del hombre

Del número de julio de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La creencia en una existencia material incluye el concepto de que uno debe tener un cuerpo físico para tener identidad. Por lo tanto, el interés en el cuerpo es inmenso. Mantener su salud, conservar completos sus miembros y órganos, así como asegurarse de su normal funcionamiento es, en consecuencia, de suma importancia.

¿Pero qué ocurre si una de las partes del cuerpo se accidenta o sus órganos se enferman gravemente? La solución primitiva es amputar o extirpar. Pero la tecnología avanzada, moderna, ofrece soluciones más atrayentes. Sueros, piernas y brazos artificiales o transplantes de órganos son sustituciones materiales que indican el ingenio y la dirección que han tomado las investigaciones médicas. Pero las limitaciones son concomitantes inevitables de la creencia de que la causa y el efecto son materiales y que las soluciones han de encontrarse en la materia.

Felizmente hay otro campo más alto de investigación: el espiritual; la curación o la restauración mediante el poder de Dios, el Principio divino, y de Su ley divina de perfección y compleción. La comprensión más elevada acerca de la perfección de Dios — y de lo que es el hombre como Su expresión — permite que los planes que Dios tiene para el hombre se manifiesten humanamente. Llegado a este punto de la investigación se descubre que la verdadera causa y efecto radican en el Espíritu, no en la materia.

Esta Ciencia de la Vida, llamada Ciencia Cristiana, sólo conoce una entidad — Dios, el Espíritu. Puesto que el hombre es del todo espiritual y la imagen de Dios, la identidad del hombre es completa e indestructible. De acuerdo con la creación que se relata en el primer capítulo del Génesis, este estado de existencia identifica al hombre con la omnisciencia, omnipotencia y compleción del Principio divino. La influencia enaltecedora que se encuentra en la unidad del hombre con Dios, es importante; eleva la consciencia humana por sobre las imposiciones materiales. Este poder divino restaura y sana.

Cuando se mantiene en la consciencia humana el verdadero modelo de pensamiento, el poder sanador del Cristo se hace valer para rechazar y corregir los pensamientos materiales y mundanos de imperfección humana, de limitación y de daños o pérdidas irreparables. La eliminación de estas interferencias mentales deja el camino libre para que tome lugar la restauración natural mediante la ley divina del estado completo que expresan todas las ideas de Dios. La Sra. Eddy habla de los resultados que pueden manifestarse en la experiencia humana cuando se comprende la compleción divina: “Si la Ciencia de la Vida fuera entendida, se comprendería que los sentidos de la Mente jamás se pierden y que la materia no tiene sensación. Entonces se restituiría un miembro del cuerpo humano tan pronto como la pinza de la langosta, — no con un miembro artificial sino con uno genuino”.Ciencia y Salud, pág. 489;

Por cierto que hay muchos ejemplos que testifican de las fuerzas renovadoras de la naturaleza — la piel de la serpiente se renueva todos los años, la corteza de los árboles cambia, y así por el estilo. Los niños son especialmente receptivos a las leyes renovadoras de la naturaleza. Un caso de éstos fue descrito en una revista popular. Un médico de Inglaterra comenta el caso de un niño a quien se le amputó la punta de un dedo. En lugar de someter el dedo al acostumbrado proceso curativo posquirúrgico, se procedió solamente a lavarlo, entablillarlo y vendarlo. En tres meses el dedo había crecido y alcanzado su tamaño y apariencia normales, incluyendo hasta la uña. El artículo se publicó con una fotografía del dedo restaurado.Time, 25 de agosto, 1975;

Casos de recuperación natural como el descrito testifican de la ley divina de restauración — ley que está siempre disponible y operando, a menos que las dudas, los temores o las invenciones humanas pretendan interferir. La restauración mediante la ley divina se ilustra en el siguiente ejemplo: Una empleada doméstica en la casa de una practicista de la Ciencia Cristiana perdió parte de un pulgar al cortárselo en la primera coyuntura estrujando ropa en una lavadora. Esta señora no era Científica Cristiana pero pidió tratamiento en la Ciencia Cristiana. Mediante la oración, el dedo fue totalmente restaurado.

El cuerpo físico es la exteriorización del pensamiento mortal. Pero la consciencia humana puede espiritualizarse, y entonces el pensamiento, al acercarse a lo divino, alcanza una altura mayor en la comprensión de la Verdad. Los hechos divinos respecto al cuerpo son totalmente espirituales, perfectos, completos e indestructibles. Si el pensamiento humano se aparta de este modelo perfecto, entonces pueden manifestarse accidentes, limitaciones y falta de armonía. El proceso ordenado de restauración en la consciencia humana de la totalidad y perfección del hombre es la afirmación de la Verdad, y esta restauración que toma lugar en la consciencia se exterioriza en el cuerpo humano en lo que llamamos curación o buena salud.

La Sra. Eddy ha escrito: “El hombre ha ‘buscado muchos artificios’, pero todavía no ha podido verificar que los conocimientos le puedan salvar de los terribles efectos de tales conocimientos”.Ciencia y Salud, pág. 196; Como las nubes ocultan el sol, así los conocimientos materiales y mundanos tienden a ocultar de nuestra percepción la operación normal de la ley de Dios que aporta el bien divino a la humanidad. Estos conocimientos materiales tienen que eliminarse. La langosta y la serpiente nada saben de opiniones mortales. Pero los seres humanos, dotados de razón, lógica y deducciones, tienen que buscar la ayuda de Dios mediante la oración para dejar de creer en teorías mortales y así eliminar la influencia mundana. Entonces pueden demostrar la libertad y la compleción otorgadas por Dios. Por cierto que la fe y una confianza radical en la Verdad divina traen a nuestra experiencia el poder sanador del Amor. Este es el camino en la Ciencia Cristiana, y este camino cumple con la admonición de Cristo Jesús: “Buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”. Lucas 12:31;

La Sra. Eddy resume este tema así: “Las facultades indestructibles del Espíritu existen sin las condiciones de la materia y también sin las creencias erróneas de una llamada existencia material. Aplicando las reglas de la Ciencia en la práctica, la autora ha restablecido la salud en casos de enfermedades tanto agudas como crónicas, en sus formas más graves. Las secreciones han cambiado, el organismo ha sido renovado, extremidades encogidas han sido alargadas, articulaciones anquilosadas se han vuelto otra vez flexibles, y huesos cariados han recobrado su estado normal”. Y luego nos asegura: “La Ciencia Cristiana cura la enfermedad orgánica tan positivamente como cura lo que se llama enfermedad funcional, porque sólo se requiere un entendimiento más completo del Principio divino de la Ciencia Cristiana para demostrar la regla superior”.Ciencia y Salud, pág. 162.

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