En 1 Reyes 17:1, leemos que “Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”.
Si bien ésta es una introducción breve, arroja luz sobre la importancia de este valiente y vigoroso vidente. El hecho de que se lo llama “tisbita” puede sugerir que procedía de un pueblo llamado Tisbe o posiblemente “Tishbeh”, aunque todavía no se ha podido localizar su ubicación. La referencia que se hace a Galaad indica que haya él nacido o no al oriente del Jordán, había estado viviendo recientemente en esa salvaje y pintoresca zona.
El anuncio inicial que le hizo a Acab, un rey que ya era famoso por sus prácticas idólatras (ver 1 Reyes 16:33), identifica a Elías como un verdadero profeta que no titubeaba en desafiar a quien no obedeciera los dictados de Jehová. Una sequía tan prolongada como la que él predijo se consideraba desde hacía mucho tiempo como una señal de desaprobación divina (ver Deuteronomio 11:16, 17). Elías le recordó a Acab del efecto inevitable de su conducta, agregando que el profeta mismo, como representante de Dios, aún estaba a tiempo de perdonar o disminuir el castigo si simplemente Acab dejaba de hacer lo malo. Puesto que el rey permaneció obstinado, la devastadora sequía pronto empezó a tener efecto.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!