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LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA

[Serie de artículos que indica cómo se ha revelado progresivamente el Cristo, la Verdad, en las Escrituras.]

Elías tisbita

Del número de julio de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En 1 Reyes 17:1, leemos que “Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”.

Si bien ésta es una introducción breve, arroja luz sobre la importancia de este valiente y vigoroso vidente. El hecho de que se lo llama “tisbita” puede sugerir que procedía de un pueblo llamado Tisbe o posiblemente “Tishbeh”, aunque todavía no se ha podido localizar su ubicación. La referencia que se hace a Galaad indica que haya él nacido o no al oriente del Jordán, había estado viviendo recientemente en esa salvaje y pintoresca zona.

El anuncio inicial que le hizo a Acab, un rey que ya era famoso por sus prácticas idólatras (ver 1 Reyes 16:33), identifica a Elías como un verdadero profeta que no titubeaba en desafiar a quien no obedeciera los dictados de Jehová. Una sequía tan prolongada como la que él predijo se consideraba desde hacía mucho tiempo como una señal de desaprobación divina (ver Deuteronomio 11:16, 17). Elías le recordó a Acab del efecto inevitable de su conducta, agregando que el profeta mismo, como representante de Dios, aún estaba a tiempo de perdonar o disminuir el castigo si simplemente Acab dejaba de hacer lo malo. Puesto que el rey permaneció obstinado, la devastadora sequía pronto empezó a tener efecto.

Obedeciendo el mandato de Jehová, Elías fue al “arroyo de Querit, que está frente al Jordán” (1 Reyes 17:3) — o sea, en Galaad al este del río, una zona que ya le era familiar. Allí bebió agua del arroyo, y, de acuerdo con la versión Reina Valera de la Biblia, fue alimentado por “cuervos” (en hebreo, oReBiM), aunque la palabra puede traducirse como aRaBiM (árabes), en vista de que en la escritura hebrea primitiva sólo se escribían las consonantes y el lector o el traductor agregaba las vocales. Ya sea que Elías fuera alimentado por cuervos o por árabes de una tribu amistosa, lo importante es que su necesidad fue satisfecha.

Por último el arroyo se secó completamente, y el profeta recibió la inspiración de viajar hacia el noroeste, a través de Palestina hasta Sarepta, cerca del puerto de Sidón en el Mediterráneo. Sarepta estaba en el distrito gobernado por Et-baal, padre de Jezabel, la esposa de Acab que tenía muy mala reputación; aún allí, en territorio supuestamente pagano, Elías halló no solamente alimento y agua sino también cooperación y receptividad que tan obviamente les faltaba a los israelitas.

Al llegar, Elías encontró a una viuda, que, si bien tanto ella como su hijo parecían estar al borde de la inanición, compartió afectuosamente lo que tenía con el profeta. Su recompensa no se hizo esperar. Ella aceptó lo que con certeza le dijo Elías de que “Jehová Dios de Israel” (versículo 14) supliría su necesidad, y muy pronto se demostró que su aparentemente limitada provisión de harina y aceite era ilimitada. “Y comió él, y ella, y su casa, muchos días” (versículo 15).

Antes de que el profeta se fuera de la casa de la viuda, el hijo de ella enfermó gravemente y aparentemente expiró. Enfrentado a esta nueva emergencia, Elías llevó al muchacho a un aposento, donde él se alojaba, y recurrió a Dios en oración. La respuesta a su oración fue rápida y eficaz, porque leemos que “el alma del niño volvió a él, y revivió” (versículo 22), y el profeta tuvo la alegría de devolvérselo a su madre, vivo y bien. “Ahora conozco”, dijo ella, “que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca” (versículo 24).

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