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LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA

[Serie de artículos que indica cómo se ha revelado progresivamente el Cristo, la Verdad, en las Escrituras.]

El libro de Amós y su mensaje de juicio

Del número de septiembre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Uno de los puntos más significativos de las enseñanzas de Amós es el énfasis que pone en la necesidad de que haya juicio y justicia. Se ha dicho de su libro que constituye “un clamor por la justicia”. Amós insistió en que se llevara una conducta personal justa en vez de observar credos y rituales, y en la bondad fundamental en lugar de la avaricia y la opresión. Al hacer esto ayudó a preparar a la gente de su generación y de generaciones futuras para el mensaje a revelarse en los Evangelios cristianos.

El tema básico del profeta parece ser el juicio, y lo menciona repetidamente, denunciando a la gente del norte de Israel por su apatía en no reconocer lo que Dios requiere y en no obedecer Sus mandamientos. Ellos no estaban muy conscientes de los peligros morales que los rodeaban y que los atacaban cada vez más. La riqueza material los había enceguecido y no veían la necesidad de crecer espiritualmente. Lejos de colaborar con los que expresaban un sentido más elevado de religión o de ayudar a los que estaban acosados por la pobreza, ellos, según lo manifiesta vívidamente el profeta: “Vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos” (Amós 2:6).

Amós vio claramente, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, la inminente caída de la tal llamada civilización de la época. Se lamentaba que los ricos vivían en casas de verano y en casas de invierno suntuosas edificadas con piedra labrada y adornadas con costoso marfil (ver 3:15; 5:11), que no eran hogares, sino meramente almacenes dedicados al robo y a la violencia. Censuró a las mujeres de Israel poniéndolas casi al nivel de los animales y describiéndolas como “vacas de Basán... que... quebrantáis quebrantáis a los menesterosos” (4:1).

Con toda seguridad es evidente que osadas palabras como ésas, él no las decía con la intención de condenar totalmente al pueblo de Israel, sino con la de despertarlo de su apatía y desafiarlo a que escuchara el programa de reforma que Amós le presentaba.

Un estudio cuidadoso de su libro indica que Amós adoptó una posición firme contra el culto meramente exterior y ritualista. A decir verdad, numerosos cultos, aparentemente religiosos, se celebraban en el reino del norte de Israel, a veces llamado Samaria; pero el profeta estaba consciente de la falsedad de tales actos y de los males asociados con ellos (ver 2:8). De estos santuarios Amós dijo: “Id a Bet-el, y prevaricad; aumentad en Gilgal la rebelión... pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Jehová el Señor” (4:4, 5); mientras que Dios Mismo se supone que dice: “Si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré” (5:22). Éstas eran palabras alarmantes, pero el profeta ofrece la solución para estos errores en las siguientes frases memorables: “Corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo” (versículo 24). En el mismo capítulo él hace volver a sus lectores a Dios como la fuente de la vida y del progreso: “Buscad a Jehová, y vivid;” y nuevamente: “Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis” (versículos 6, 14).

Otro aspecto destacado de las enseñanzas de Amós fue el énfasis que puso en la imparcialidad y universalidad del cuidado protector de Dios. Los israelitas habían alegado que sólo ellos eran el pueblo escogido, pero Amós, hablando en nombre de Jehová, se atrevió a proclamar: “Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes, dice Jehová? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?” (9:7). Los etíopes, los filisteos, y los arameos o sirios, habían sido considerados como enemigos de Israel, sin embargo, Dios los protegía a ellos también.

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