[Este artículo sobre la Escuela Dominical aparece en inglés en el The Christian Science Journal de esta misma fecha.]
La inspiración es como una vasija que hemos llenado de luciérnagas y luego tapado. Quitémosle después la tapa, demos dos pasos atrás y esperemos. Las cosas seguirán su curso. Los maestros de la Escuela Dominical que vienen a la clase enriquecidos con el profundo estudio y la práctica de la Lección-Sermón, además del estudio adicional de la Biblia y de las obras de la Sra. Eddy, descubren que su inspiración jamás fluctúa. Han llenado su vasija, y las ideas están deseosas de brotar. Estas ideas brillan con vitalidad a medida que se las vive.
“El Amor inspira, ilumina, designa y nos muestra el camino”, nos dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 454), y el estudio devoto y el poner en práctica lo que se estudia trae evidencia a la clase de la Escuela Dominical de la presencia inspiradora del Amor divino. Encontramos que el Amor nos inspira como maestros toda la semana, iluminando nuestra consciencia y designando lo que tenemos que preparar. Entonces, el Amor inspira y guía tanto a nosotros como a nuestros alumnos durante la hora de la Escuela Dominical para que juntos escuchemos la Palabra de Dios, para que oigamos y hablemos según Él nos guía. La participación dirigida por Dios, participación que sana e ilumina y que resulta en una mejor comprensión de la Ciencia Cristiana, puede ser la norma.
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