Un escritor alemán con experiencia en los problemas de familia describe esta institución vital que está atrapada en una época de cambios sociales, con las siguientes palabras: “La familia es un escenario en el cual las fuerzas emocionales de la depresión, el temor, le terquedad defensiva y la protesta hacen su dramática aparición cuando las distintas generaciones se encuentran y chocan”.
Aun cuando estas declaraciones sean algo unilaterales, las preguntas todavía son válidas: ¿Cómo podemos resolver los problemas de la familia? ¿Existe un nuevo y mejor concepto de la vida familiar? ¿Qué hacer para encontrar amor genuino y liberación del temor, la presión y la inseguridad?
Las dificultades en la vida familiar en toda clase de culturas se deben primordialmente a la ignorancia de la verdadera causa del ser. “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Juan 8:32; dijo Jesús. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Ciudadanos del mundo, ¡aceptad la ‘gloriosa libertad de los hijos de Dios’ y sed libres! Este es vuestro derecho divino. La ilusión de los sentidos materiales, no la ley divina, os ha atado, ha enredado vuestros miembros libres, paralizado vuestras aptitudes, debilitado vuestro cuerpo, y desfigurado la tabla de vuestra existencia”.Ciencia y Salud, pág. 227;
Son las cadenas del materialismo, tales como las concesiones a la moral, la hipocresía, el prejuicio, la envidia, los celos y el temor, que hacen infelices a las familias. La familia que reconoce los valores espirituales y lucha por vivir de acuerdo con el Principio divino, el Amor, será constructiva y tendrá mucho para contribuir en el mejoramiento de nuestros sistemas sociales; comunicará valores auténticos y disminuirá la lucha por la satisfacción material.
A menudo buscamos en la familia descanso y protección del mundo impersonal, mecanizado. La materia, todo lo físico, está sujeto a cambios constantes. Por lo tanto no puede ofrecer soluciones profundas y duraderas. La verdadera protección sólo se encuentra sobre bases espirituales. Sólo lo espiritual es eterno. El verdadero amor y la verdadera libertad sólo pueden ser experimentadas en aquella familia que avanza hacia la espiritualización del pensamiento y la conducta.
¿Qué dice la Ciencia Cristiana acerca del significado de la familia para el individuo y para la sociedad?
El estudiante de Ciencia Cristiana que tiene a su cargo una familia trata de reconocer a Dios, el Espíritu, como la única verdadera causa del ser, el único Padre-Madre. Partiendo desde esta paternidad y maternidad divinas, podemos demostrar bondad, paciencia, humildad y amor. Estas cualidades vencen la sensualidad, las limitaciones y el egoísmo. De esta manera la familia nos da una oportunidad especial para aprender y crecer individual y colectivamente.
Una familia armoniosa depende primordialmente de la actitud del esposo y la esposa. Mucha gente ha visto que es útil pensar en lo siguiente: ¿Considero que mi compañero o compañera es la plena satisfacción de mi vida, y vivo sólo para él o para ella? En ese caso, todos mis pensamientos girarán alrededor de la otra persona y de mí mismo. La adoración personal significa esclavitud, porque hace que el pensamiento se aleje del Principio divino, la fuente de todas aquellas cualidades que constituyen el verdadero compañerismo.
¿Le pido a mi esposo o esposa que satisfaga todas las necesidades que mis padres satisficieron o no pudieron satisfacer? No debiéramos esperar que las personas nos den lo que sólo podemos recibir de Dios.
¿Comprendo claramente lo que en realidad es el amor? El amor no es atracción física y no depende de las personas o de sus caprichos. Dios es Amor, imparcial, como el sol que brilla para todos y que su luz está en sí mismo, no la recibe de fuentes externas. El amor que viene del Amor divino está disponible para todos, en todas partes.
Dentro de este consorcio del matrimonio ¿estoy expresando el amor universal de Dios? ¿Estoy aprendiendo a incluir a todos en este amor? La Sra. Eddy dice: “El hogar es el lugar más querido en la tierra, y debería ser el centro, mas no el límite, de los afectos”.ibid., pág. 58.
Cuando con preguntas como éstas hemos ganado el verdadero respeto de nosotros mismos, viéndonos como el reflejo del Ego divino, el siguiente paso será el respeto hacia otros miembros de la familia — pues en su ser verdadero son expresiones del mismo Ego. Por medio de esto quedamos libres de competencias, farsas y representaciones teatrales. El comprender al único Ego divino, trae cooperación, autodisciplina, confianza, mutua consideración y pureza.
Estas actitudes aseguran justicia para todos los miembros de la familia, para padres e hijos. He aquí una relación en la cual cada miembro ve al otro igualmente como el reflejo de Dios, y por lo tanto se manifiesta en una relación sin luchas por dominar, sin sumisión o servidumbre. Nadie toma posesión de los otros, sino que cada uno promueve el desarrollo de los otros y les permite que vivan su propia vida.
En este consorcio, por ejemplo, la esposa y madre desarrollará su propia expresión individual del Principio divino. El énfasis debe ser en la igualdad de las mujeres en el gobierno de sí mismas; el objetivo no es que la mujer sea masculina, sino que se la vea como lo que en realidad es, el reflejo individual de Dios. El reconocimiento de esta verdad hace a la esposa una compañera capaz e independiente en el matrimonio.
Entonces los compañeros en el matrimonio no serán como gemelos siameses, atados el uno al otro, sino que cada uno desarrollará su propia individualidad. Su lazo común es la espiritualidad, la cual une a todos los miembros de la familia. Los padres que tienen esta base espiritual tratarán de no educar a sus hijos tiránicamente, ni dejarse guiar por objetivos meramente humanos. En un sentido espiritual, el hijo tiene el mismo rango. Los padres se dan cuenta de que con el respeto y la confianza ganan el amor de los niños.
Cristo Jesús fue el ejemplo perfecto. Siguiendo su ejemplo jamás clasificaremos a nuestro prójimo como viejo o joven, sino que veremos en cada uno el reflejo maduro del Ego divino, satisfecho en todo momento. Viviendo de acuerdo con su ejemplo, los padres enseñarán a los niños obediencia a la ley espiritual y moral.
Progresando en nuestros esfuerzos por espiritualizarnos, reconocemos el control divino y nos sometemos a su gobierno. Entonces será una vida llena de felicidad y de progreso, compartiéndolo todo juntos. Entonces la familia contribuirá significativamente a la libertad del individuo y de toda la humanidad.