Obstinada, la voluntad humana obstruye
— sin reconocer — la visión pura.
Diligentes son esas millas perdidas
en la búsqueda terca y sin planear
por lo que ya está al alcance.
Al Amor no se lo puede asir y apresar;
El Amor, puro e inmaculado y que no contamina,
llega a nosotros
cuando el yo una vez silenciado espera —
y confía.
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