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Venza el magnetismo animal y cure

Del número de septiembre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Como pasa con todo propósito loable, las metas humanas para sanar y ser sanados en la Ciencia Cristiana son posibles de alcanzar. Dios, que es del todo bueno, crea sólo lo que es perfecto y nada sabe de deficiencias. Por lo tanto, todo lo que parezca interferir con el esfuerzo de alguien para lograr sus acariciadas metas sanadoras acusa un concepto erróneo acerca de Dios y del hombre. La Ciencia Cristiana clasifica esta primera mentira, y todas las mentiras que se le derivan, bajo el nombre colectivo de magnetismo animal y sobre esta base las rechaza.

El término “magnetismo animal” nos alerta al peligro que hay en todo falso conocimiento y acción, en todo aquello que no procede de Dios. Pero el hecho de nombrar y definir el magnetismo animal con el fin de denunciarlo y de desarmar sus pretensiones, no dota, y no puede dotar, al mal de entidad o poder. Nada puede hacer real aquello que la totalidad de Dios, el bien, siempre excluye como imposible. Porque Dios es Todo, el magnetismo animal es nada.

No obstante, las creencias que abrigamos parecen regir nuestra vida con autoridad y fuerza de ley. Basar nuestras decisiones para la curación y para el trabajo sanador en el testimonio que presentan los sentidos materiales, en las influencias mentales finitas, o en las opiniones humanas indica, inequívocamente, desconfianza en el siempre presente y absoluto gobierno de Dios. Por lo tanto, pasar por alto o evitar la curación para nosotros mismos, o dejar de compartirla cariñosamente con otros, significa creer en el magnetismo animal. Creer en algo fuera de Dios es atribuir realidad a la creencia en el magnetismo animal, creencia que sólo puede provenir del desconocimiento de que Dios es Todo. Por lo tanto, la creencia en el magnetismo animal es consumada idolatría, justamente lo opuesto al servicio y adoración divinos.

Si creemos que estamos esperando curación u oportunidades para sanar, o que carecemos de la capacidad sanadora que reflejamos, entonces tal vez necesitemos hacer frente específicamente a la creencia en el magnetismo animal. Quizás tengamos que analizar nuestros pensamientos y echar fuera cualquier imposición idólatra que inconscientemente hayamos permitido que desplace a Dios, la fuente constante e inagotable de todo lo bueno.

Confiar radicalmente en la Ciencia para que nos sane o nos capacite para sanar contrarresta toda afirmación sobre la gravedad de un caso, o cualquier pretensión limitativa de tiempo, ambiente, historial, experiencias, beneplácitos o críticas mortales, o cualesquiera de las tales llamadas condiciones materiales. La accesibilidad y naturalidad del tratamiento por la Ciencia Cristiana, cuando se aplica inteligentemente a las necesidades humanas, son innegables.

En su práctica curativa, Cristo Jesús valientemente venció una tras otra toda dificultad. Comprendiendo y amando la Palabra y las obras de Dios, reconoció e individualizó el poder de la Verdad, reprendiendo y rechazando así la tentación de creer en el mal.

Jesús dio prioridad a la espiritualización del pensamiento en su consejo a aquellos que sanó y a los neófitos que entrenó como sanadores. No obstante, no pospuso sus instrucciones a sus estudiantes de que se presentaran como sanadores, aun cuando estaban muy lejos de la altura espiritual en que él se encontraba. Las siguientes instructivas palabras que dirigió a sus discípulos alientan a todos los posibles sanadores cristianos: “Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. Mateo 17:20;

La Sra. Eddy se percató de cuán sencillas y directas eran las obras sanadoras de Jesús y de sus discípulos. Explicando el significado espiritual de un incidente ocurrido en el ministerio de Jesús, la Sra. Eddy dice: “Si el Científico tiene bastante afecto cristiano para lograr su propio perdón y la alabanza que la Magdalena mereció de Jesús, entonces es lo suficientemente cristiano para practicar de una manera científica y tratar a sus pacientes con compasión; y el resultado corresponderá a la intención espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 365;

Reemplazar la creencia en tendencias o personalidades malas con una convicción viviente de la realidad espiritual, significa vencer el magnetismo animal y curar. Mirando en retrospección a su labor como autora de Ciencia y Salud, la Sra. Eddy nos dice que tuvo que librar una lucha con la renuencia a obedecer la voluntad de Dios. Se sentía frustrada por cierta demora en la impresión de su libro, de la cual culpaba al impresor. Pero la escritura del libro y su publicación se reiniciaron de inmediato cuando ella se dispuso a obedecer sin reservas la intuición espiritual que le decía que incluyera en su libro unas páginas describiendo los efectos que había observado que resultaban de la mala práctica mental. (Ver Retrospección e Introspección, págs. 37–39.)

Al seguir a nuestra Guía, ¿no debiéramos entonces desafiar cualquier cosa que pretenda entorpecer la misión individual que nos cabe como sus seguidores? Gracias a sus instrucciones y dirección, podemos desenmascarar como una creencia en el magnetismo animal cualquier autodecepción que trate de engañarnos. No debiéramos admitir que alguna forma de error pueda burlar la presencia, continuidad y poder divinos y oponerse así a la curación o entorpecer la profesión sanadora.

Debido a que el todo de la curación por la Ciencia Cristiana radica en la sólida premisa de que Dios, el bien, es Todo-en-todo, de ello se deduce que nada existe que pueda separar los ideales de la curación del cumplimiento de la curación. Del reconocimiento inteligente de lo que es Dios y de lo que Él hace, — ya sea que este reconocimiento se emplee como premisa de un solo argumento sanador o para exponer todas las posibilidades de una vida — sólo pueden resultar bendiciones infinitas.

Los pensamientos y el estilo de vida que elegimos ponen de manifiesto lo que consideramos nuestra verdadera identidad. ¿Favorece esta elección la falsa identidad que no cree en lo que es verdadero — aquella que cree en el magnetismo animal y lo sirve — o permite esta elección que aparezca la verdadera identidad, la filiación con Dios, el Todo-en-todo? Al reclamar nuestra verdadera identidad como reflejo divino, comprendemos y practicamos la Ciencia Cristiana.

En la medida en que nuestros deseos de justicia son fervorosos, nuestros esfuerzos afectuosos, nuestros motivos genuinos y nuestra consagración entusiasta, hacemos nuestra la pericia sanadora que pertenece a los verdaderos seguidores del Camino, la Verdad, y la Vida que Jesús enseñó y ejemplificó.

Si realmente deseamos participar en la sanidad de las naciones, podemos laborar eficazmente ahora. Tal deseo es una oración que Dios escucha y a la cual responde. La Mente divina, que forma los verdaderos pensamientos, los dota de poder desde el comienzo hasta su destino final: el fruto. Por lo tanto, dedicarse a la profesión sanadora involucra elegir constantemente uno a uno pensamientos sanadores. Quienquiera que abrigue en su corazón pensamientos de la omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia de la Mente comprobará paso a paso que no existe impedimento para la libre expresión de cada idea espiritual y que no hay condiciones del error establecidas.

Dios fortalece los deseos de espiritualidad de cada persona. Él nos protege de todo lo que en algún caso determinado en nuestra experiencia o en nuestra vida en general nos tiente a hacer frente al mal como si fuera real. Según la tradición, el Apóstol Juan salió ileso de la inmersión en el aceite hirviendo, y durante persecuciones y exilio llevó a cabo un ministerio sanador. Enseñó, ministró a la iglesia y escribió, bendiciendo así a la humanidad a través de todas las épocas. En 1 Juan leemos: “El que es engendrado de Dios se guarda, y el maligno no le toca”. 1 Juan 5:18 (según Versión Moderna);

Expresar constantemente nuestra relación con Dios nos capacita para morar radical e imperturbablemente en las verdades subyacentes de lo que realmente es Dios y el hombre. Esto nos permite hacer frente con valor a las creencias equivocadas acerca de Dios y el hombre y probar científicamente su falsedad. En verdad, cualquier condición que aparentemente no haya sanado — incluso una vida frustrada y sin rumbo espiritual o una aceptación complaciente de algo que obstruya nuestro progreso — acusa principalmente la necesidad de crecimiento espiritual.

El Apóstol Pablo sabía que nadie puede jamás ser confrontado por algún problema para el cual no exista la solución suprema ya a la mano. Escribió: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Rom. 8:38, 39;

La verdadera identidad suya y la mía son inseparables de la completa realidad que revela la Ciencia del ser. Debido a que el ser verdadero existe solamente como efecto del Prinicipio, que es la única causa, el ser verdadero obedece sin reservas las inagotables leyes espirituales de la Ciencia Cristiana y las demuestra de continuo. Tenemos que aprender a vencer — a despojar de toda identidad — el magnetismo animal, a fin de que su nada ya no parezca ocultar la eterna realidad del bien infinito. Las lecciones que nuestra Guía aprendió al ser sanada, al sanar a otros, al enseñar a sanar y al ayudar a sus alumnos a establecerse con éxito en la práctica de la curación por medios espirituales solamente, se reflejan en muchas partes de sus escritos, como por ejemplo en ésta: “El magnetismo animal, el hipnotismo, etc., son desarmados por el practicista que excluye de su propia consciencia y de la consciencia de sus pacientes, todo sentido de realidad en cualquier otra causa o efecto que no procedan de Dios”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 364.

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