Para responder a las fuerzas internas y externas que algunas veces surgen abruptamente, los gobiernos y sus mutuas relaciones se están reajustando constantemente. En los últimos meses el sismógrafo político ha registrado varios cambios agudos y de gran trascendencia. Algunas conmociones internas han derrocado gobiernos. Otras han ocasionado choques violentos entre gobiernos.
Pero los cataclismos políticos no son señales para correr a protegerse. El mundo tiene urgente necesidad de sus habitantes tranquilos y de claro pensamiento — aquellos que son lo suficientemente sabios como para ver los sucesos bajo una perspectiva espiritual. La verdadera estabilidad de un gobierno — en todos los asuntos mundiales — deriva de Dios, el Principio divino. Como cantó el Salmista: “Porque de Jehová es el reino, y él regirá las naciones”, Salmo 22:28; y, el grado en que comprendamos este hecho se reflejará en los asuntos mundiales.
El momento actual exige una comprensión más profunda de Dios y de Su gobierno universal. Debe resistirse la tentación a sentirse sacudido por los sucesos políticos o a fijar nuestra atención en ellos como si estuviéramos hipnotizados. Cualquier mérito que pueda haber en los acontecimientos actuales se halla en que nos vemos obligados a aferrarnos al hecho científico de que Dios es el Principio del universo y que lo gobierna eterna y armoniosamente.
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