Muy a menudo buscamos a la distancia aquello que está a la mano. Durante la primera parte de mi vida la Biblia era para mí un libro totalmente desconocido. Siempre he sido un asiduo lector de todo tema e indirectamente, a través de las filosofías orientales, empecé a leer la Biblia.
Un día pasé por el edificio de la Sociedad de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) local, ubicada en una calle por la que casi nunca transito. En la repisa de la ventana del edificio había una caja con literatura de la Ciencia Cristiana. Nunca había oído hablar de la Ciencia Cristiana, y no me era familiar el nombre de Mary Baker Eddy. Me llevé algunas publicaciones para mi casa. Los textos que leí me parecieron muy abstractos, y a pesar de que había algo que me atraía, el nuevo lenguaje me pareció al principio muy difícil de comprender.
Entonces decidí ir a la Sociedad y comprar el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy. La primera Lección Bíblica que estudié en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana fue sobre el tema “Vida”. Sentí como si la lección hubiera sido preparada especialmente para mí. Me causó tan profunda impresión que sané instantáneamente de dolencias que había sufrido durante toda mi vida. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud (pág. 411): “Si el Espíritu, o sea el poder del Amor divino, testifica de la verdad, éste es el ultimátum, el procedimiento científico, y la curación es instantánea”. Donde la voluntad humana falló anteriormente una y otra vez, el poder divino me ha liberado de la esclavitud de morderme las uñas y un torturador miedo de accidentes.
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