Mire a su alrededor. ¿Qué ve?
¿Mesas, sillas, paredes, una ventana? ¿Árboles, bancos en el parque, automóviles? Una inmensa variedad de objetos materiales, constantemente ante nuestra vista y aparentando ser reales, pueden hacernos creer que son totalmente verdaderos, parte de nuestro ambiente natural.
La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos prepara para permanecer tan serenos ante las cambiantes, coloridas, y a veces perturbadoras escenas que nos circundan, que nuestra atención no se desvía del reconocimiento de la presencia de Dios y de la comprensión de que la Deidad es la única presencia. Nos muestra cómo expresar espiritualidad y no materialidad en nuestra manera de pensar y cómo disfrutar del dominio que aporta sobre las discordancias el pensar espiritualmente.
El sistema curativo de la Ciencia Cristiana consiste en afirmar constantemente la presencia de Dios y de nada más, aun en medio de las imágenes o sensaciones materiales que parecieran confrontarnos y rodearnos. Podemos hacer esto con confianza y autoridad puesto que la Ciencia está basada en el hecho espiritualmente científico de la presencia de Dios v es coherente en enseñanza y práctica.
Mary Baker Eddy, totalmente convencida de la presencia de Dios y de lo práctico que es saberlo, escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Las verdades de la Ciencia divina debieran admitirse, — aun cuando la prueba respecto a estas verdades no esté apoyada por el mal, la materia o los sentidos materiales,— porque la prueba de la coexistencia de Dios y el hombre se halla plenamente sostenida por el sentido espiritual. El hombre es, y eternamente ha sido, el reflejo de Dios. Dios es infinito y por lo tanto siempre presente, y no hay otro poder ni otra presencia”.Ciencia y Salud, pág. 471;
Consideremos estas diversas situaciones: la vida en el mundo de los negocios y en el universitario, que a menudo es apremiante y competitiva; la necesidad de encontrar una nueva ocupación en la mitad de la vida; las dificultades para mantenerse con un ingreso “a medio morir saltando”. Éstas y miles de otras situaciones semejantes constituyen grandes desafíos para muchos individuos. Al creer a pie juntillas que la materia, los mortales y el pensamiento mortal están presentes, la gente inevitablemente encuentra la vida más o menos difícil de afrontar.
¿Cómo podemos bregar con circunstancias que embotarían nuestra vida, o que hasta disminuirían nuestro deseo de vivir? Nadie tiene que sentirse desvalido. Podemos empezar por reconocer que Dios es la Vida irresistible y omnipresente, la única sustancia aquí y ahora, el Todo activo. Ésta es la realidad en lugar de seudopresencia mesmérica de inquietantes condiciones materiales, cualesquiera que sean.
Porque Dios es Amor, y está aquí, podemos encontrar afecto estable ahora. Porque Dios es Mente, y está aquí, podemos comprender y demostrar inteligencia ahora. Porque Dios es Alma, podemos encontrar belleza y ternura ahora. Dios está aquí y lo es Todo, y el hombre que realmente somos es el reflejo de Dios — gozando ya del bien infinito. Dios no se aparta del hombre, ni puede el hombre apartarse de Dios. La Mente y su idea coexisten en el aquí y ahora del ser divino.
Algunos de los momentos más significativos en la historia humana son aquellos en que los individuos han llegado a estar tan convencidos, tan totalmente conscientes de la presencia de Dios, que circunstancias adversas han sido de algún modo solucionadas o neutralizadas. Ocasiones tales como aquella en que Moisés golpeó la roca y brotó agua de ella cuando los hijos de Israel la necesitaron, Ver Éx. 17:6; y aquella otra en que Jesús pasó a salvo por en medio del populacho iracundo, Ver Lucas 4:28–30; son la urdimbre y trama de la Biblia.
Las pruebas de la presencia sanadora de Dios no están reservadas meramente a unos pocos individuos especialmente iluminados, sino que están disponibles para todos aquellos que están dispuestos a admitir esta presencia, aun en medio de montañas de testimonios sugiriendo que sólo la materia y los problemas relacionados con ella están presentes. Cuando Dios nos es más real que la aparentemente ubicua materia, somos dotados del poder espiritual que necesitamos para eliminar la enfermedad física o para traer paz y claridad a aquellos con enfermedades mentales.
Francamente, tales circunstancias pueden requerir un inmenso esfuerzo de nuestra parte. Mas durante este proceso nuestras aserciones de la presencia de Dios, el bien, juntamente con nuestra certeza de que las condiciones que deseamos curar realmente están ausentes ahora mismo y para siempre, serán más y más eficaces.
La presencia de Dios no tiene oposición válida. Mas, ¿qué decir del negro desaliento y de la apatía? “La oscuridad mental es un error sin sentido, no es ni inteligencia ni poder, y su víctima es responsable de su supuesta presencia”,Escritos Misceláneos, pág. 355; dice la Sra. Eddy. Tenemos el poder para refutar la supuesta oscuridad mental sabiendo que la verdad acerca de la universalidad del bien jamás puede ser invertida. Podemos probar nuestra integridad espiritual: “¿Qué es lo que realmente creo que está presente, aquí mismo, en este preciso instante — el error insensato y una víctima impotente de él, yo? ¿O estoy profundamente consciente y plenamente percatado de la presencia del poder e inteligencia de Dios?” Si es lo primero, podemos de inmediato desprendernos de tal engaño. Sencillamente porque sólo Dios, el bien, está presente, nada puede resistir nuestros esfuerzos.
La Ciencia Cristiana no es una invitación a autoengañarnos de que las cosas son diferentes de como ¡“verdaderamente” son! Esta Ciencia es un método espiritualmente científico con el que podemos demostrar la naturaleza del Amor divino. Si creemos en la presencia de algo que no sea el Amor divino y el hombre y el universo espirituales del Amor, entonces estamos siendo engañados.
El profeta escribió acerca del cuidado de Dios para con los hijos de Israel: “Yo haré recordar las misericordias de Jehová y las alabanzas de Jehová, ... y su grande bondad para con la casa de Israel... El Ángel de su presencia los salvaba”. Isa. 63:7, 9 (según Versión Moderna). ¡La presencia de Dios! Ésta no es una declaración religosa hecha a la ligera, sino la única verdad de la existencia, no importa dónde estemos, no importa cómo estemos, de acuerdo con la descripción material.
¡Dios! Él es todo lo que puede estar con usted y a su alrededor en este mismo momento.