A veces no logramos una curación porque estamos tan ensimismados tratando de cambiar la condición física que no percibimos la verdadera necesidad: la evangelización de nuestro ser mediante la cual unimos nuestros pensamientos al amor de Dios y demostramos la armonía espiritual que resulta en salud. Tenemos que darnos cuenta de que la armonía de nuestra vida es el resultado de nuestra espiritualidad, de una clara y tranquila comprensión de que Dios y el hombre coexisten y son eternamente perfectos.
Cuanto más moramos en la realidad espiritual y estamos conscientes de nuestra separación de la materia, o sea, cuanto más sentimos y reconocemos que existimos en Dios, en la Mente divina e infinita, tanto mejor para nosotros. Dejamos atrás nuestros problemas cuando de manera activa elevamos nuestra consciencia a un estado más espiritual.
Jesús enseñó que tenemos que poner primero lo que es primero si hemos de disfrutar del bien que Dios otorga. Nos dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33; Y Jesús practicó lo que predicaba. Se nos dice que solía retirarse a lugares desiertos para renovar y revivificar su concepto de la totalidad de Dios y de la unidad del hombre con Él. Al prepararse para su obra sanadora mantenía encendida la llama espiritual gloriosa de su íntima visión, su percepción del reino de Dios morando en él.