Cuando viajaba por Europa con una amiga y su hermano, conocí en los Alpes, en una posada para la juventud, a un joven escandinavo, alto y rubio. Él y yo nos gustamos de inmediato. Puesto que todos íbamos a París, nos pareció muy natural que él se nos uniera. Más o menos después de diez días de compartir aventuras, él y yo nos sentimos muy unidos.
Una mañana, sabiendo que mi amiga estaba fuera, y antes de que yo me levantara, él sencillamente entró en mi cuarto y se tendió a los pies de mi cama. Yo sabía lo que él quería, y yo me sentía muy enamorada de él.
Mientras él estaba tendido allí, me vino un pensamiento muy claramente. Fue una frase en la que la Sra. Eddy cita de la obra Hamlet de Shakespeare, parte del consejo que Polonio da a su hijo antes de que Laertes deje su casa:
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