Hay quienes creen
que cuando viajamos más allá de la luna
regresamos más jóvenes
de lo que seríamos
si no lo hubiéramos hecho.
¿No podemos entonces empezar a ver
que las escenas terrenales
son cual vistas pasajeras
y dejar que el pensamiento alcance
el aquí y ahora del Alma,
un viaje que deja atrás
todo arrastre terrenal
y se adelanta más allá
de los más lejanos años luz
para finalmente hallar
el espacio inmaterial del Espíritu
donde verdaderamente vivimos y nos movemos
sostenidos para siempre
en la presencia eterna y solícita
del lugar del Amor?