¿Está perdiendo credibilidad el antiguo concepto teológico en cuanto a un diablo personal? La desenfrenada creencia en el mal, en todas partes del mundo actual, tiende a un resurgimiento de este falso concepto. Un buen número de religiones cristianas todavía aceptan la creencia en la existencia de Satanás, y una de las más grandes de ellas se adhiere a esta creencia como un artículo central de fe. Hoy en día hasta encontramos algunos cultos que adoran a Satanás.
El cristiano por excelencia, Cristo Jesús, describió al diablo, Satanás, como un mentiroso y un engañador, sin ningún elemento de verdad (ver Juan 8:44). Señaló a la mente carnal, o manera de pensar equivocada, como la autora del mal, cuando dijo: “Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar... Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”. Marcos 7:15, 21–23;
Algunas personas todavía creen que Dios es responsable de mandar o permitir el mal, pero esto no es así. Dios envió a Su Hijo, Cristo Jesús, “para deshacer las obras del diablo”, 1 Juan 3:8; y Jesús vino a hacer la voluntad de Dios. En los tiempos bíblicos, como ahora, esta verdad no fue generalmente comprendida, y la gente tendía a investir a la Deidad con características humanas. El mal, razonaban, aparecía como una consecuencia, y la lógica limitada podía inferir que Dios era el responsable del mal porque El lo creó todo.
Pero mediante el razonamiento inspirado — razonamiento basado en una causa espiritual perfecta y un efecto espiritual perfecto, mediante el cual uno adquiere la comprensión que destruye al mal — la Ciencia Cristiana muestra que debido a que Dios es bueno y es infinito no existe ni lugar ni poder para un diablo o mal. La Biblia nos habla de la perfección de Dios: “El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto”. El versículo siguiente mismo señala que la manera de pensar equivocada es el origen del mal: “Se han corrompido ellos mismos, la mancha de ellos no pertenece a los hijos de Dios; la generación de ellos es torcida y perversa”. Deut. 32:4, 5 (según la versión King James);
La Sra. Eddy da una clara definición del término “diablo” en el Glosario de Ciencia y Salud. Dice en parte: “El mal; una mentira; el error; ni corporeidad ni mente; lo opuesto de la Verdad; una creencia en el pecado, la enfermedad y la muerte; magnetismo animal o hipnotismo”.Ciencia y Salud, pág. 584. La Ciencia Cristiana iguala al mal con la mente mortal, o la bíblica “mente carnal”, antagónica al Espíritu. Esta “mente” es un estado de ignorancia en cuanto a Dios, el bien infinito. Si Dios es el bien infinito y es Espíritu — y Él lo es — esto no deja lugar para el mal excepto como una negación. Tampoco deja lugar para la materia. Sin la creencia en la materia, el mal no podría manifestarse.
Si todos en el mundo dejaran de tener malos pensamientos en un momento dado, no habría mal expresado o manifestado. Esto sólo puede hacerse mediante el despertar espiritual, no meramente forzándonos a refrenarnos de pensar o expresar el mal, sino comprendiendo la totalidad, bondad y omnipotencia de nuestro Padre-Madre Dios. El remedio consiste en la regeneración espiritual, en la cristianización del pensamiento y de la manera de vivir, cristianización que revela el estado verdadero del hombre como imagen de Dios. El hombre verdadero no está hecho a semejanza de Adán, no nace de los pecados de la carne, sino que es el reflejo de Dios. Es espiritual, puro e inmortal, y su carácter e identidad verdaderos se encuentran mediante la comprensión correcta de lo que es Dios, su creador.
No podemos conocer correctamente al hombre mediante creencias humanas. Al hombre sólo podemos conocerlo por medio de la percepción espiritual, lograda mediante la oración y la purificación del pensamiento. Esta percepción de la Verdad sana. La Ciencia Cristiana revela a Dios como la única causa y el único creador del universo y del hombre, y como el único poder. Dios es Espíritu, Alma, Mente, Vida, Verdad y Amor infinitos, el Principio divino de todo. El hombre verdadero debe, entonces, estar formado por su creador, y puesto que Dios es perfecto, el hombre tiene que reflejar perfección. Ninguna sugestión diabólica fue jamás parte del hombre verdadero.
Una comprensión de estas verdades basada en la oración, nos da la autoridad y el poder divinos del Cristo, la Verdad, con los cuales rechazar y destruir el mal, cualquiera sea su manifestación. Sabemos que sus representaciones son falsos estados, carentes de Principio, poder o sustancia (excepto como falsa creencia, la cual no tiene poder). Podemos poner por obra el mismo poder redentor y sanador para sanar al enfermo y expulsar los demonios que Cristo Jesús instó a sus seguidores a usar.