Señor, humilde ante Ti me presento.
Soy Tu testigo.
Aunque en la sombra de muerte estaba,
sólo bastó
percibir algo de Tu luz gloriosa,
y cayeron las cadenas
y cesó el espanto.
Erguida porque Tú me sostienes,
limpia porque Tú me limpiaste,
sana porque Tú me sanaste.
Aquí estoy, Señor,
soy Tu testigo.