Los que acarician una nueva idea,
aquellos cuya visión fiel se guarda
como a un niño que crece protegido hasta su hora destinada,
ellos serán guiados
a través de toda prueba, desde el calor más intenso
hasta el más cortante frío. Serán afirmados
cuando sople el ventarrón
y, entre un sordo alud de nieblas,
llamados serán a seguir un camino desconocido
mientras una voz les dice una y otra vez:
Yo soy El que te llamo para esta labor.
Yo, El que hago que te alejes
del calor del protector aposento,
para que sigas este rudo camino montañoso
que sólo conducirte puede
a las cumbres que más allá se ven.
¡Es Mío el mandato que te impele!
desde el germinar de la visión hasta la expresión
— no en una lejana
e inmaculada estrella, o en tiempos que traspasan
el clamor del ahora, sino aquí, aquí mismo
en el espacio y en el tiempo —
expresión de lo que desde el comienzo he reconocido
como tu tu misión. En Mi diseño.
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