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La organización: ¿Amenaza o instrumento?

Del número de febrero de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Si se reconoce que la organización es un medio y no un fin, se tendrá la verdadera perspectiva de ella y podrá usarse eficazmente. La organización — aunque esté impulsada divinamente — es humana, no divina, y por lo tanto, será finalmente reemplazada por medios más elevados. Pero hasta que venga ese estado de desarrollo, podemos hacer el mejor uso de nuestro actual sentido del orden, el talento y el esfuerzo cooperativo. La organización, como tal, no tiene nada de malo en sí misma, excepto que es posible que se le dé una importancia que no merece y entonces se pierde la perspectiva correcta.

Ese tipo de desafío puede presentarse en la iglesia, en el gobierno o en la vida individual de hombres y mujeres. El cuerpo humano es una organización. Todos estamos en un estado relativo de desarrollo y hasta que salgamos del concepto material acerca del cuerpo, haremos bien en cuidarlo en forma adecuada. Y la Ciencia Cristiana nos enseña cómo cuidar del cuerpo poniendo nuestra atención en el hombre real como la idea espiritual que manifiesta la armonía y salud del Principio divino, o Dios. La ley y el orden caracterizan la expresión del Principio y al entender esta verdad metafísica se mantiene el cuerpo humano bien regulado y funcionando armoniosamente.

La verdadera idea de Iglesia debiera estar siempre al frente de toda organización de iglesia. La idea le da forma a la organización y gobierna la acción. ¿Cómo puede servir la iglesia más eficazmente a la humanidad y cumplir con la función que le es asignada en nuestro actual estado de desarrollo? Dejando que la función sanadora de la iglesia sea de máxima importancia. El propósito de la iglesia es sanar, regenerar a la humanidad, manifestar la naturaleza del gobierno de Dios, e impartirle a la humanidad el entendimiento espiritual que se necesita para salvarse del pecado y la enfermedad. Este propósito fue la inspiración que guió la carrera de Cristo Jesús.

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