En palabras que tienen un significado mucho más profundo de lo que parece a primera vista, la Sra. Eddy hace dos declaraciones con respecto a la relación que existe entre el Amor, entendido como Dios, y la provisión de todas las cosas que necesitamos en nuestra vida diaria.
1. “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ciencia y Salud, pág. 494.
2. “Dios os da Sus ideas espirituales y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria”.Escritos Misceláneos, pág. 307.
No hay ninguna necesidad humana que no sea satisfecha por la profusión del Amor; este Amor es tan invariable y universal que en la Ciencia Cristiana a menudo se asocia con el término “Principio”. La naturaleza misma del amor es dar. Esta tendencia natural nos indica que el Amor en su pura esencia e infinitud es ciertamente Dios.
Las ideas del Amor, que responderán a toda clase de necesidad humana, están presentes en la consciencia divina. Nosotros las recibimos no tanto como si Dios nos transmitiera una idea sino mediante el reconocimiento de que la consciencia divina es nuestra verdadera consciencia y la admisión de que las cualidades del Cristo innatas en nuestro ser verdadero traen estas ideas a la luz.
En el sentido metafísico, uno, en realidad, no puede saber nada de escasez, por lo tanto no podemos realmente experimentarla. Saber y experimentar indican sustancia y presencia. Escasez es ignorancia, es ignorar lo que está a la mano. El entendimiento desplaza la ignorancia y siempre que creamos que carecemos de algo, tenemos la gozosa oportunidad de descubrir que, en realidad, tenemos todo lo que necesitamos.
El primer paso en este descubrimiento es cambiar de lugar e ir a un punto donde podamos ver o comprender desde una base espiritual. Esto es una actividad mental y requiere que cambiemos nuestro punto de observación para que coincida con lo que sabe Dios, quien es la fuente verdadera del entendimiento del hombre.
La manera de vivir de Cristo Jesús según sus propias palabras “Yo y el Padre uno somos”, Juan 10:30. lo capacitaba para responder a todas las necesidades que se le presentaban. Ninguno de nosotros sabe lo suficiente de la vida del Maestro como nos gustaría; pero no hay ninguna prueba de que él admitiera la necesidad en forma alguna, mas sí hay muchas pruebas de que constantemente expresaba una maravillosa suficiencia espiritual. Por lo que sabemos sus acciones siempre estaban impulsadas por el Amor y ejecutadas por el Amor.
A veces nos preguntamos si una determinada acción que pensamos llevar a cabo está de acuerdo con la voluntad del Amor. Casi siempre se puede saber la respuesta preguntándonos si ésta es una idea espiritual que satisface una necesidad humana. Quizás esto puede entrañar otras preguntas. ¿Es la necesidad legítima? ¿Es la acción apropiada y tenemos derecho a ella? Podemos esperar que tales acciones, cuando están inspiradas por ideas espirituales, incluyan todo lo necesario para su cumplimiento.
Aunque desear le es natural al ser humano, el hombre, en su compleción espiritual, no tiene por qué desear. En un sentido material, desear es admitir que hay una necesidad, y hasta que este deseo sea elevado mediante la oración para recibir ideas espirituales, éste tiende a agudizar la necesidad humana. Cuando uno desea algo, virtualmente está diciendo que no lo tiene. En el primer versículo del muy amado salmo que alaba específicamente el cuidado que Dios prodiga a Su rebaño: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”, Salmo 23:1. algunos lectores de la Biblia ven en estas palabras “nada me faltará”, una indicación de que no es necesario desear nada. Tal percepción espiritual puede ayudar a evitar un estado de consciencia de constante deseo que mantiene siempre a la escasez ante el pensamiento.
Las citas usadas en este editorial son, para muchos, algunas de las más conocidas de los libros de texto de la Ciencia Cristiana: la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy. A veces estas citas tan amadas son como los pozos de Abraham, que Isaías tuvo que volver a cavar. “Y todos los pozos que habían abierto los criados de Abraham su padre en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra”. Gén. 26:15. Aquellas citas que por largo tiempo nos han sido familiares, al ser despejadas del relleno de familiaridad filisteo, rendirán de nuevo “aguas vivas” para nosotros y para los demás. La familiaridad y sencillez de estas declaraciones, respecto a la provisión, nos aseguran que cualquiera, en todo momento, es capaz de demostrarlas.
Cuando las necesidades se acumulan, es tiempo de preguntarnos: ¿Me ha dado Dios una idea que no haya usado? ¿He adquirido cierto discernimiento sobre la realidad espiritual y permitido que el “pero” del razonamiento de los sentidos obstruya la actividad que ese discernimiento desempeña en el pensamiento? ¿He percibido una necesidad del prójimo que yo puedo llenar adecuadamente y he dejado que la pereza de la mortalidad me impida hacerlo? Cuando somos honrados con nosotros mismos descubrimos la idea espiritual que no hemos usado y podemos encontrar inmediatamente su actividad legítima en nuestra vida. Esas ideas jamás son acusatorias, mas sí exigen acción.
Es en la consciencia donde se dan encuentro la necesidad y la idea. La necesidad es siempre expresar más amor; el Amor divino está allí para satisfacerla.